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Israel Galván baila flamenco entre Coppola y la Biblia

Que nadie se espere la alegría, el colorido y el jaleo. El de Israel Galván (Sevilla, 1973) es flamenco denso y oscuro. Mirado de soslayo por los más tradicionales, desdeñado por sus propios padres, que regentan una escuela de flamenco en Sevilla, y señalado por los puristas y defensores de la tradición, este sevillano obstinado ha venido haciendo deconstrucción del flamenco en un puñado de espectáculos que llamaron poderosamente la atención en otra órbita de la danza, en la de la vanguardia. Y no son recónditos festivales y teatros los que le reclaman, sino plazas reputadas como el Festival de Aviñón, al que fue este verano, el prestigioso Thèâtre de la Ville parisiense, que lo espera en mayo próximo, o ahora mismo el Festival de Otoño de Madrid, donde esta noche irrumpe en el Teatro Español con su nueva creación, El final de este estado de cosas. Redux, su obra inspirada en el libro bíblico del Apocalipsis y en Apocalypse now, de Francis Ford Coppola.

Aclamado en Aviñón, el artista irrumpe en el Festival de Otoño

"Sigo buscando, pero creo que me he asentado, y me parece que ahora se han acostumbrado a verme", dice. No ha sido fácil. El mundo del flamenco puede llegar a ser muy cerrado y las ideas nuevas no ser demasiado bienvenidas. "A mis padres les gustaba lo que hacía antes, estaban muy orgullosos, pero cuando cambié y abandoné la línea más tradicional de baile fue un disgustillo porque su hijo se estaba perdiendo. Las primeras críticas en los diarios fueron duras. Para mí el periódico es un papel, pero para ellos no. Hoy estoy convencido de que como bailaor tradicional a lo mejor no hubiese llegado a ningún lado. Solamente bailando creo que no intereso". Sus dos espectáculos que intentan poetizar el mundo de la lidia, Arena (2004) y La edad de oro (2005), fueron los que dispararon su éxito internacional y, tras su triunfo por el mundo, finalmente le llegó el reconocimiento en Andalucía.

Su inspiración viene de fuentes muy diversas y ajenas a las del flamenco tradicional, como la literatura, el cine o incluso la Biblia, que es el caso de esta insólita lectura del fin del mundo, en la que vuelve de nuevo en solitario con ese ya característico clima tenso. "Mi familia es de tradición flamenca y muy religiosa. Yo era el típico niño de tablaos, que hoy está muy mal visto, pero es que de pequeño no tenía más que eso, religión y flamenco. Así que el tema bíblico para mí no es nuevo".

Pese al éxito, sigue siendo el chico tímido de Sevilla con ideas desestabilizadoras, el que baila de perfil porque su timidez es tan grande que le incomoda la audiencia y que ensaya sin espejos porque huye de su propia imagen.

Israel Galván, en <i>El final de este estado de cosas. Redux. </i>
Israel Galván, en El final de este estado de cosas. Redux. LUIS CASTILLA
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