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Zoë Jenny novela la soledad de los hijos de la generación del 68

"La habitación del polen" ha vendido 100.000 ejemplares en Alemania

La suiza Zoë Jenny (1974) parece haber iniciado con su primera novela, La habitación del polen, un ciclo generacional. El jueves, en la presentación en Barcelona de la obra -publicada en castellano por Círculo de Lectores y en catalán por Quaderns Crema-, desgranó con convicción los objetivos de este libro y de los que le van a seguir: "He encontrado algo que quiero hacer vivir a los lectores. Escribo sobre mi generación y sobre mi tiempo".

Una generación, a su parecer, "prácticamente muda". Una generación cuyos miembros, como retrata en la novela y como aseguró que le ha sucedido a ella misma, han perdido toda capacidad de comunicarse entre sí y con quienes les precedieron, sus padres. Precisamente por este motivo, confió Zoë Jenny, escribe. Para constatar la realidad y para que sus recuerdos no se pierdan en la nada de una serie de "no relaciones". "La literatura es memoria", continuó. Como a Jo, la chica que narra los desencuentros con sus padres separados, a Zoë Jenny le mueve "el deseo de tener un recuerdo y de encontrar un lenguaje para plasmarlo". A juicio de Marisa Siguán, catedrática de Literatura alemana en la Universidad de Barcelona, que ofició de presentadora del libro, La habitación del polen es una "novela de desiniciación social, una experiencia muy actual". Al contrario de la novela iniciática al uso, añadió, en la que el protagonista camina hacia la integración en la sociedad, "la heroína de Zoë Jenny va hacia la soledad más absoluta".Sin concesiones y con un lenguaje preciso pero que no rehúye la lírica ni la metáfora, la narradora Jo intenta convertir a sus padres en sus interlocutores, pero sin conseguirlo. La protagonista tiene que aprender a no contar con ellos para poder tirar adelante. Paradigma de ciertos protagonistas de la utopía del 68, pretenden vivir constantemente en el presente, en busca de una supuesta libertad absoluta. La madre, que ha abandonado dos veces a Jo, evita a toda costa hablar del pasado para no tener que justificar sus acciones. Sin querer afrontar tampoco el futuro, llega a pedirle que se haga pasar por su hermana menor. El padre, en vez de actuar como tal, le manda una dosis mensual de libros que la narradora lee con fruición construyendo "una muralla de palabras" para aislarse de su realidad. Aunque la crítica alemana ha considerado el libro como un "ajuste de cuentas", Zoë Jenny afirmó que "no hay culpables", pero apuntó: "No hay otra generación con un índice tan alto de divorcios como la del 68". Y remachó: "Esto deja huellas y yo escribo sobre estas rupturas".

Un panorama desasosegante que ha cosechado un enorme éxito de crítica en Alemania, donde han llegado a venderse más de 100.000 ejemplares desde su publicación en 1997, y que ha conseguido colarse en las librerías de 20 países. Y todo, a pesar de que la autora tuvo que pasear de editorial en editorial hasta conseguir que se publicara.

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