Jordi Puntí: "Escribir es escoger el verbo"

Christof, Christophe, Christopher y Cristòfol son hermanos, pero no lo saben. Son todos hijos únicos fruto de la relación que su padre, el muy extraño y viajado Gabriel, mantuvo con sendas mujeres en Francfort, París, Londres y Barcelona, respectivamente. Cuando se hace oficial su desaparición, el secreto emerge y los vástagos deciden convocarse. Objetivo: saber de y reconstruir ese personaje que fue su padre, transportista de muebles por Europa entre los años sesenta y setenta.
Con esa chocante historia, bautizada como Maletas perdidas (Salamandra; Empúries en catalán), debuta en la novela Jordi Puntí (Manlleu, Barcelona, 1967). Se trata de una obra pulcra, falsamente sencilla en lo estilístico y rica en la trastienda de su contenido. Tras el éxito de sus primeros relatos, Piel de armadillo (1998, premio crítica Serra d'Or en catalán) y Animales tristes (2002, que Ventura Pons llevó parcialmente al cine), ha invertido ocho años en un texto que la crítica ya ha bautizado como "la mejor prosa catalana del momento".
"Recortar y reducir y cuestionarse de verdad cada frase", sentencia Puntí sobre el secreto de su prosa, pócima que culmina con dos aforismos cuando se le plantea si es una cuestión de adjetivo preciso. "No, no, ni hablar: escribir quiere decir escoger el verbo, no el adjetivo; el verbo es lo que de verdad marca la frase". Segunda sentencia: "Los adverbios son el refugio de los cobardes". Para el novelista, "el enraizarse a un lugar está sobrevalorado, es un valor a la baja: el movimiento es aventura desde la Edad Media; cuando te mueves pasan cosas; si estás quieto, no pasa nada... Y eso en la literatura española y en la catalana en particular ha sido nefasto: nos hemos autolimitado en exceso". Asiduo de Nueva York y de Berlín, ve desde esas atalayas una literatura española "con autores inseguros, que tienen necesidad de asociarse en grupos para disimular sus defectos personales, y eso es fruto de una cultura débil con incidencia baja en la sociedad; aprieta demasiado el mercado, que pide inmediatez, una novedad a los dos años, a lo sumo... y la gente no está segura de lo que entrega".

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