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Yoko Ono: "John y yo no somos ciudadanos de ningún país"

Entrevista con la mujer del ex beatle asesinado en Nueva York

Mientras en todo el mundo se anuncian programas especiales de radio, de grupos musicales, de concentraciones de fans, de minutos de silencio en recuerdo del ex beatle John Lennon, la mujer que hizo cambiar su vida, la oriental Yoko Ono, pretende mantenerse también en ese recluido y significativo silencio, pero tiene una vida anterior junto a John de la que ha dejado constancia en esta entrevista, en la que habla de sus comienzos y de su entendimiento de la música pop.

Siempre odié a Yoko Ono. No la odiaba por haber provocado la separación de los Beatles, si es que ella tuvo la culpa, porque, por aquella época, ya no me preocupaba; la década de los sesenta había finalizado, los Beatles estaban acabados y yo me estaba pasando al jazz. Además, quien tuvo el poder de destruir al conjunto más popular de todos los tiempos no debía ser cualquier cosa.En 1980 había razones palpables para desconfiar de Yoko. Después de haber conseguido que John cambiase la guitarra por un delantal, se decía que Yoko estaba dirigiendo todos sus negocios. Estaba invirtiendo en apartamentos del edificio Dakota, en fincas apartadas y en vacas.

Eran las diez de una lluviosa noche de noviembre cuando llegué al edificio de apartamentos Dakota, después de haberme cruzado en el camino con una serie de fanáticos del jogging que entraban y salían del Central Park ocultos por la capucha de los chándals. La entrada de la calle 72 del edificio Dakota está protegida por una garita recubierta de bronce, dentro de la cual se encuentra un viejo alemán de aspecto feroz, aunque es en realidad bastante jovial.

Menos de 1,50 metros, chaqueta negra de cuero, gorra y bufanda de cachemira de un tono gris apagado, Yoko hubiera encajado tanto en el ambiente del Mudd Club como en el de una fiesta del East Side neoyorquino.

Dijo que había nacido hacía 47 años; su madre provenía de la familia Yasuda, algo «como los Krupp de Alemania o los Rothschild de Inglaterra»; su padre era hijo de un banquero y se había casado por encima de su nivel social. «Mi madre se podía haber casado con quien hubiera querido, para eso pertenecía a una de las familias más ricas de Japón, pero se casó con mi padre».

Encendió un cigarrillo. « La primera vez que vine a Estados Unidos tenía dos años y medio; fue también la primera vez que vi a mi padre. Trabajaba en un banco japonés y le trasladaron a un banco de San Francisco poco antes de mi nacimiento. Me enviaron a Estados Unidos para que le conociera y para vivir con él».

«En aquella época mi familia era de clase alta, me refiero a los años treinta; estaban continuamente haciendo películas familiares en 16 milímetros. Ya sabes, papá y Yoko caminando por San Francisco. He visto luego todas estas películas, y lo que veía era un hombre joven que no parecía muy feliz y que de repente se encontraba con su hija. Pero en esas películas se me ve realmente excitada, bailando como Shirley Temple. Y esa fue mi primera experiencia de Estados Unidos. Me acuerdo del Golden Gate; era precioso».

«Mi madre estaba en Tokio y mi padre en Indochina. Tenía un hermano y una hermana más pequeños para quienes tenía que encontrar comida. Era imposible dormir; estaban evacuándonos continuamente. ¿Sabes lo que me encantaba entonces? El cielo. Cuando caían las bombas yo pensaba: "Pase lo que pase, el cielo es azul". Vivía en un pueblo en el que a los campesinos no les gustaba la gente de la ciudad; te tiraban piedras y no te daban comida. Pasé una época en la que estaba en los huesos y tenía que mendigar la comida. Es una historia muy larga, demasiado larga para contarla».

«Más adelante regresé a Nueva York y estudié composición musical, arte y todo lo que me gustaba en la escuela de Sarah Lawrence. Allí estuve hasta 1956 o 1957, y luego me casé con mi primer marido, Toshi Ichiyanagi, un músico japonés». Enojada por el matrimonio de Yoko, que no aprobaba, y por la vida bohemia de Yoko, su madre dejó de enviarla dinero.

Sin un céntimo, en 1959, Yoko se mudó a un ático, sin agua caliente, en el 112 de Chambers Street. Allí se dedicó a crear obras de arte que debían ser pisoteadas o quemadas. Allí mismo dio conciertos con personajes del calibre de David Tudor y John Cage.

Primer concierto

Poco después, Yoko dio un concierto en el Carnegie Recital Hall, el primer concierto de avant-garde producido por Norman Seaman, un empresario de música clásica. Las bailarinas, actuando con tan poca luz en el escenario que apenas se veían, llevaban micrófonos que recogían y amplificaban su respiración, que era así utilizada como acompañamiento musical. El espectáculo exigía también que dos bailarines, atados espalda contra espalda, y con latas vacías atadas a los pies, cruzaran el escenario sin hacer el menor ruido.En 1962 se trasladó a Londres; allí su trabajo tuvo unas «críticas terribles». En una de sus actuaciones anunció el día y la hora, pero no dónde iba a tener lugar; tan sólo dos personas encontraron el teatro. Tras «una serie de acontecimientos que me daban la sensación de no ser comprendida, me marché a recuperarme a una casa de reposo».

En noviembre de 1966, ya casada con su segundo marido, Tony Cox, que vivía en Japón con su hija Kyoko, conoció a Lennon en una galería londinense. Según se iba enredando con John, con su música y sus películas, su propia carrera iba pasando a un segundo plano.

«En cuanto me junté con John, me llegaron muchas cartas de odio de Japón. En Japón metieron todos los álbumes de Yoko en un enorme cubo de basura. Claro que por entonces ya había aprendido la lección de que no se puede confiar ni en los japoneses».

«En cierta ocasión John y yo le hicimos un visita en su mansión de Beverly Hills. El sitio era tan frío y tan oscuro que parecía un castillo antiguo; tuvimos que dormir en unos colchones húmedos y mohosos. A la mañana siguiente nos dio un desayuno horrible y cuando llegamos a casa, cuál no sería mi sorpresa cuando vi que nos había enviado una factura por el desayuno».

«Comprende que teníamos muchos campos diferentes», dijo Yoko, explicando el contenido de todos los cajones. «Tenemos las propiedades inmobiliarias, la granja, tenemos la Maclen (una editora musical), tenemos Apple. Y luego tenemos las fichas de varias antigüedades, ya sabes, cosas egipcias que hemos comprado. También tenemos los proyectos que hemos realizado los dos; tan sólo las películas comenzaron en 1968, y es increible cuantas hay, además de las películas de los Beatles. Ese es el archivo de películas, y aquí tenemos las canciones, un archivo de cintas. También hay archivos de lo que había hecho antes de conocer a John, y de lo que John había hecho antes de conocerme a mí. Hay muchísimas cosas, ya sabes, archivos de cartas personales y de juicios, muchos juicios; y quizá haya dos o tres archivadores de contabilidad. Está la música de Lennon y la de Ono que se ha combinado ahora en música lenono, y cosas difíciles de etiquetar: litografías, otras obras de arte; es interminable ...».

«Actualmente siento un gran respeto por la música pop como medio de comunicación. Es un medio muy conciso, hay que hacerlo en tres minutos. Hay que usar el lenguaje de la calle en oposición a lo intelectual. Me gusta. En cierta forma es un arma de la gente. Me gusta. Es una especie de contraste con el esnobismo del artista, con la creación en una torre de marfil. Al mismo tiempo, algunas de mis canciones tienen cierta parte bastante experimental. Musical y líricamente, cuando hubo que elegir, me incliné por las que encajaban en el concepto de este álbum, porque la idea es comunicarse con un gran público».

«Cuando me dedicaba a la música y el arte experimental no escondía nada. Lo hacía todo a las claras. 1975 era una época en la que nadie parecía dispuesto a tener niños, y nosotros tuvimos uno. Y ahora les ha dado por pensar en «amos de casa», y quizá dentro de dos o tres años habrá muchos «amos de casa». No pretendemos hacer algo antes de que lo hagan los demás. Es una tortura, porque la gente no comprende. Llegamos a algo y quizá más tarde será entendido y aceptado. Parece que nuestro sentido del tiempo está ligeramente desenfocado, y esperarnos que no pase esto con este disco. No pretendemos que dentro de tres años la gente oiga el disco y diga: "Eso sí que era algo diferente"».

¿Que piensa del presidente Reagan?

«Yo lo veo así: sin un "establishment" no hay anarquía posible. Las cosas surgen de esa especie de diálogo. Puede que las ideas del "establishment" sean una especie de trampolín para que la gente vaya más allá».

«Hay que comprender que somos humanos. Y que como seres humanos, hay mucho de nosotros que incluso desconocemos, y que va más allá de los sistemas y las instituciones sociales. Por ejemplo, John y yo somos residentes permanentes en este país, no somos ciudadanos. Pero es que no somos en realidad ciudadanos de ningún país. Es igual que con las mujeres, no tenemos ni país ni Estado. Porque si se tiene los derechos de una sociedad, entonces se está asimismo limitado por esos derechos».

Innovaciones de Yoko

Aunque ella ha tenido poco reconocimiento público, es un hecho que muchos artistas y músicos se han beneficiado, tanto creativa como económicamente, de las innovaciones de Yoko. A pesar del resentimiento que siente porque la consideren como la maquiavélica señora Lennon, no incluyó su material experimental en Double Fantasy «para que John tuviera más oportunidad de lograr un éxito. Está acostumbrado a ser el número uno, ya sabes». Una feminista radical con un corazón de oro.Pero ella también es vulnerable. «Estábamos en el estudio», dijo recordando la grabación del final de Kiss Kiss Kiss, que acaba con Yoko simulando un orgasmo y susurrando «Moto, moto» (más, más). «De repente me sentí incómoda con todos esos hombres en la cabina de control observando cómo hacía esos sonidos. Ya sabes. Entonces hice que apagaran las luces de la sala de grabación y me tumbé en el suelo con el micrófono colgando sobre la boca. Fue la única manera de hacerlo».

De momento, mi amiga es la única que se excita: «Cómo me gusta esta canción», dice en medio del ruido. «¿No es curioso que haya sido Yoko la que ha sacado una canción que encaja de maravilla aquí? Quiero decir que si quiere oír el disco sencillo de John hay que sintonizar con la ABC o con cualquier otra emisora. Parece que sigue atascado en aquella época de música suave cuando sacaron el álbum blanco. Nunca me gustó mucho la música de Yoko, pero de pronto parece perfecta. Perfecta».

El sonido de un lamento de mujer en japonés se va diluyendo en el último éxito de los B-52. Y las parejas vuelven a la pista.

Copyright. New York Times / EL PAIS.

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