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Muere a los 73 años Roy Lichtenstein, mítico representante del arte pop americano

El pintor y escultor falleció anoche en Nueva York a causa de una neumonía

El polémico y tremendamente popular pintor del movimiento pop Roy Lichtenstein, conocido sobre todo por sus grandes reproducciones sobre lienzos de viñetas de cómic en fotograbado, falleció ayer en un hospital neoyorquino a los 73 años de edad, según comunicó la galería que le representaba, Leo Castelli. Aunque ni siquiera Lichtenstein trató de ocultar nunca el hecho de que sus cuadros carecían de emoción, la importancia de su legado en la historia del arte de posguerra es innegable. El artista había sido hospitalizado hace varias semanas por causas no especificadas y murió en la tarde de ayer (hacia la medianoche hora española) debido a una neumonía, según informaron sus familiares los medios de comunicación. Tras la muerte de Roy Lichtenstein. anoche, Claes Oldenburg se convierte en el último superviviente de la Escuela de Nueva York.

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Pensar la pintura

La galería de Leo Castelli no pudo confirmar ayer por la noche, antes del cierre de esta edición, las causas del fallecimiento de Roy Lichtenstein, que se produjo en el New York University Medical Center.Lichtenstein, que repartía su tiempo entre su estudio en el Greenwich Village y su casa de Long Island, era vulgarmente conocido como el pintor "de los puntitos", la peculiar técnica que utilizaba para ampliar la trama de color de viñetas de cómic e imágenes comerciales, a menudo. con frases fuera de contexto, onomatopeyas o eslóganes. Lichtenstein, escribió el crítico Robert Hughes en una ocasión, "es, como Andy Warhol, un ejemplo del artista industrial americano, un hombre que produce diligentemente un flujo continuo de obra". Una obra en la que "casi nunca se llega al mundo del sentimiento o la experiencia vivida". Roy Lichtenstein nunca rebatió esta interpretación, y llegó a decir que, "estilísticamente, mi trabajo carece de contenido emocional. Eso es lo que quiero".

Nacido en Nueva York y formado junto a maestros como Claes Olderiburg y, Allan Kaprow, Lichtenstein tuvo una entrada tardía en el panorama artístico, estableciendo su peculiar estilo a los 38 años con un cuadro que tituló ¡Mira Mickey, he pescado uno gordo! y que era la ampliación de una tira cómica sacada del envoltorio de un chicle.

Enemigos

Esta burla de la densa calidad plástica del expresionismo abstracto dominante en la época mediante la cual se convirtió sin duda alguna en uno de los pioneros del pop, le ganó no pocos enemigos. La crítica de la época no tragó la propuesta, y desde entonces la recepción que ha disfrutado Lichtenstein por parte de los especialistas ha sido bastante templada. No así en lo que se refiere a la popularidad y ventas de sus trabajos.

"Era muy difícil hacer un cuadro lo suficientemente despreciable como para que , nadie se atreviera a colgarlo", dijo Lichtenstein en una entrevista en 1963. "Lo que todo el mundo odiaba era el arte comercial, pero al parecer tampoco lo odiaban lo suficiente".

El pintor llegó a admitir que su trabajo desafiaba a su propio sentido del buen gusto, pero que no podía dejar de hacerlo. La familiaridad de los motivos empleados en sus cuadros tenía como objetivo combatir, según afirmó, los conceptos de contemplación, misterio y cualidad pictórica en el arte.

Entre sus series más famosas están las imágenes de aviones de guerra ( Whaam) y mujeres ahogándose, sacadas de cómics baratos de los años 40 y 50: "¡No me importa! ¡Prefiero ahogarme que pedir ayuda a Brad"; o "Sé cómo debes sentirte, Brad", eran algunas de las ridículas frases que Lichtenstein reproducía tal cual.

Aplicando la técnica de los puntos, Lichtensten también reinterpretó en otras etapas de carrera el trabajo de Picasso, Mondrian, Leger, Monet y Cezanne, y más recientemente la utilizó para su serie Paisajes al estilo chino, que se ha estado exponiendo hasta este mismo verano. En 1993, el museo Guggenheim de Nueva York le dedicó la que sería su última gran retrospectiva, en la que su trabajo no dejó de observarse de forma muy crítica.

Lichtenstein se casó por primera vez en 1949, tuvo dos hijos y se divorció en 1965, para casarse tres años después con la dueña de una galería dé arte.

El artista neoyorquino viajó dos veces a España en los últimos años. En 1983 expuso en la Fundación Juan March de Madrid cerca de un centenar de pinturas y dibujos de los años setenta. Ocho años más tarde, en 1991, Lichtenstein viajó a Barcelona para supervisar la construcción de su escultura Cabeza de Barcelona, de unos 20 metros de altura, que fue instalada en el puerto de la ciudad. Se trata de una composición de inspiración pop, de colores blanco, rojo, azul, amarillo y negro, que se asemeja a un rostro con grandes pestañas y boca sensual.

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