¡Bicha, bicha!

A medio camino entre la película de catástrofes propiamente dicha y la novela policiaca tradicional inglesa, Anaconda narra cómo un grupo compuesto por ocho personas se interna con una barcaza por el río Amazonas para rodar un documental sobre los misteriosos indios shrishama, y uno tras otro van muriendo por diferentes y violentos motivos.Esta nueva catástrofe que ahora nos ofrece el cada vez más poderoso cine norteamericano resulta todavía más aburrida que en otras ocasiones porque los personajes no tienen la menor consistencia, sólo son unos seres creados para ir desapareciendo uno tras otro, y los efectos especiales se encuentran más cerca de los dibujos que de los más sofisticados trucos realizados por ordenador, por lo que nunca llegan a ser del todo creíbles.

Una vez más, Luis Llosa, el realizador peruano infiltrado en la lista de directores de Hollywood y pariente del novelista Mario Vargas Llosa, vuelve a demostrar su poca habilidad para sacar algún partido de las increíbles historias que le toca dirigir -anteriormente dirigió El especialista, con Sharon Stone y Sylvester Stallone-. Mientras la hispana Jennifer López se limita a asustarse y chillar, Eric StoIz se pasa muriéndose media película y el veterano Jon Voight es el único que consigue dar alguna consistencia a su insignificante papel de malvado.