Literatura hispana para un futuro sin prejuicios
"La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre". La cita de Roberto Bolaño, el penúltimo e involuntario maestro de la narrativa en español, sirvió ayer de telón de fondo al estrado que Andrés Neuman, Luis Goytisolo e Ignacio Polanco compartieron con tres de los miembros del jurado: el escritor y cineasta Gonzalo Suárez, el narrador chileno Carlos Franz y Juan González, representante de Santillana.
¿Y de qué hablan Neuman y esos "hermanos de sangre" llamados a comerse el futuro? El autor de El viajero del siglo trató de responder a esa pregunta: "Durante buena parte del siglo pasado, la mejor literatura latinoamericana se sintió obligada a retratarse a sí misma. Como si se mirase a través de lo que otros esperaban ver en ella". Y otra pregunta: ¿Qué ha cambiado hoy? "Quizás el abandono del propósito de encarnar determinadas esencias nacionales y políticas. Las primeras tienen que ver con la idea de patria y exilio en su sentido ortodoxo. Las segundas, con cierta forma de entender el compromiso político. Que no se está perdiendo, sino reformulando".
Extraterrestres
Neuman cerró su discurso con una carta a unos extraterrestres hipotéticamente interesados en estudiar a una generación de escritores de ida y vuelta. Emigrantes americanos en Europa descendientes de emigrantes europeos en América. Autores que, como él, escriben en "un castellano de todas partes y ninguna, que es la lengua natural de muchos emigrantes y de su mundo movedizo". Antes de la carta, el escritor señaló la "desterritorialización" como rasgo determinante de los nuevos autores latinoamericanos: "La literatura en español puede aspirar, al igual que otras grandes literaturas (como la norteamericana) u otras lenguas (como el francés o el alemán), a simbolizar cualquier espacio, a ser una metonimia del mundo. Puede que, desde los años noventa, la sensación de muchos nuevos autores sea ésa: el desprejuicio territorial. Esto lo han reflejado situando sus historias en lugares remotos, o bien proyectando una mirada extranjera sobre lugares teóricamente propios".
Esas historias y esos lugares ocuparon durante varios años a Andrés Neuman, que junto a Páginas de Espuma, la editorial española especializada en el cuento, impulsó una serie de antologías del nuevo relato latinoamericano: Pequeñas resistencias. Era la contribución del escritor a la difusión de un género muchas veces desdeñado por los editores. Autor él mismo de tres libros de relatos -Alumbramiento, El último minuto y El que espera-, Neuman se estrenó literariamente como cuentista. Fue en 1997. Tenía 20 años.