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Claudio Magris, un viaje a la memoria

El autor de 'El Danubio' reflexiona sobre la identidad europea

Claudio Magris (Trieste, 1939), autor de El Danubio (Anagrama), visita Madrid en estos días invitado por el Instituto Italiano de Cultura. Su libro, del que en su país ya lleva vendidas más de 400.000 copias, es el relato de un viaje "externo e interno" por el paisaje cultural de un río que atraviesa Europa a lo largo de casi 3.000 kilómetros. Es sólo un pretexto para acercarse al sueño del viejo proyecto de Mitteleuropa (Europa central) y para recuperar la memoria profunda del continente.

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Claudio Magris responde al tipo humano y psicológico del profesor europeo de una disciplina clásica. Su perfil de pájaro apunta peligrosamente cuando hay en juego un asunto fundamental, y mira, mientras tanto, a través de unos ojos exactos de color verde y miel, tranquilos aunque fijos. Por lo demás, desprende una calidez humana difícil de tasar y una jovialidad en la conversación que le hace de todo punto extranjero. Es generoso con las palabras y con sus obsesiones. De estas últimas cabe aventurar que la principal es el viejo sueño de una Europa diversa y unida.La cultura nace y muere como su Danubio, y hay que estar preparado, sin aspavientos apocalípticos, para su final histórico y también para su defensa. "Éste es el sentimiento predominante del libro. La cultura europea es como el Danubio, que atraviesa fronteras nacionales, humanas, psicológicas. El Danubio es el símbolo de estas diferencias, pero también del rescate de su unidad. El viaje es una posibilidad de salvar esas fronteras, igual que las salva el río, preservando siempre la diversidad.

Dentro de todo hay valores de nuestra cultura de los que me siento defensor. En la medida en que está abierto, el libro es posmoderno, pero también va contra la posmodernidad en tanto que defensa de valores fundamentales".

El libro está teñido de una fidelidad profunda a la memoria histórica de Europa, "es una guerra contra el olvido". "El libro tiene la forma y el sentido de una arqueología, de una arqueología de la vida en cualquier caso, que trata de descubrir los diferentes estratos. Con el viaje trato de elevarme por encima de tantos desastres que han destruido tantos destinos pequeños". El paisaje cultural del Danubio no es sólo el paisaje de la destrucción, sino también el de: la defensa de lo propio bajo la forma del miedo a lo diferente, al otro. "El propósito de este viaje, es salvar lo posible, saltar por encima de lo que ha impedido el desarrollo de las particularidades, pero liberándose de la propia obsesión por lo propio. El libro debe dar la sensación de que hay una cultura europea que todavía está por venir, que se está formando".

El sueño de un destino europeo descansa sobre todo en la idea de Mitteleuropa. No tanto en la nostalgia del viejo proyecto de los Habsburgo corno en el hecho cierto de que al menos cierta identidad europea parte del encuentro entre lo germánico y lo hebraico, de lo que el Danubio participa como un símbolo físico.

Diversa y liberada

"Es el origen de una Europa plurinacional -lo que llamo con un pequeño juego de palabras hinternacional- No se trata de la hegemonía de una cultura, sino de la unidad producida por el encuentro a lo largo del río de dos grandes corrientes. El proyecto contemporáneo no debe identificarse con el histórico, en el que predominaba la base germánica, pero sí cabe pensar en los beneficios de una ideología supranacional liberada de todo predominio y con el objetivo de establecer una koyné por encima de las identidades nacionales. Hoy la palabra Mitteleuropa se ha convertido en el modo de pensar en una Europa realmente diversa y liberada de las ideologías de dominio. Y desde luego, en la forma de pensarla de una manera radicalmente distinta de la de Yalta".

La historia ha demostrado, sin embargo, que la diferencia y la particularización han creado continuos peligros a la existencia europea. Cabe plantear si no habrá cierto voluntarismo de talante idealista en reivindicar la bondad de lo diferente. "No, no lo creo. Ya sé que la historia es terrible en este sentido. Creo que el libro es consciente de las tremendas tragedias sucedidas. Lo que yo asumo es la defensa de lo particular, porque la vida no es otra cosa. Por otra parte, he detallado a todas la víctimas, siempre víctimas, del particularismo. He tratado de demostrar además que toda defensa a ultranza de la particularidad se convierte en un gesto de violencia. El libro no tiene una finalidad política".

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