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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sly no tiene arreglo

Tiene un reparto excepcional, el empaque de un filme de autor -el director, James Mangold, es viejo frecuentador del Sundance Festival- y los modos del filme criminal, variante corrupción policial, un tema decididamente de moda en EE UU. Y sin embargo, Cop Land es sólo un vehículo hecho para el lucido reciclaje del armario Stallone, quien ha advertido hace tiempo que, como sus homólogos Van Damme o Schwarzenegger, corre el peligro de ser retirado de circulación por carrozón.De ahí que Mangold le haya construido un producto a su (improbable) medida, un film noir que copia en realidad uno de los argumentos preferidos de multitud de westerns, el sheriff puesto a dedo por el poderoso local para hacer que la ley sirva todavía mejor a sus intereses, pero súbitamente aquejado de una crisis de conciencia tras descubrir un caso a gran escala de corrupción entre sus convencinos.

Cop Land

Dirección y guión: James Mangold. Producción: Cary Woods, Cathy Konrad y Ezra Swedlow, EE UU, 1997.Intérpretes: Sylvester Stallone, Harvey Keitel, Ray Liotta, Robert de Niro. Estreno en Madrid: cines Madrid, Odeón Plaza, Cristal, Palacio de la Prensa, Victoria, Vergara, Proyecciones.

El por qué este argumento no va a ninguna parte es en gran medida responsabilidad de Sly Stallone, un actor tan dramáticamente limitado en su registro interpretativo que de nada le valen los 20 kilos de grasa que le ha metido a su cuerpo para que el respetable se olvide por un rato del héroe del cine de acción, ni el gesto no ya comedido sino directamente borreguil que preside su rostro.

Pero tampoco sería lícito echarle toda la culpa a Sly. De hecho, el filme transita por senderos tan conocidos -la connivencia de la policía con la mafia, la corrupción generalizada, el consumo de drogas-, la puesta en escena es tan correctamente funcionarial, tan carente de la garra y la locura que sus psicópatas personajes piden a gritos. Todo suena tan a déja vu, agravado además por un desenlace chapucero y por el desperdicio del talento de muchos de los actores -el mismísimo De Niro-, que la operación resulta tan infortunada como previsible, tan obvia como académica.

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