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FERIA DE VITORIA

Gran faena de Juan Mora

La corrida estuvo bien presentada. Tuvo, por lo general, nobleza. El cuarto toro era un príncipe de honor en términos de nobleza. Y enfrente estuvo un artista de mucha enjundia.Juan Mora repartió al cabo de la tarde torería a raudales. Lanceó bien a su primero. Lo toreó con la derecha desmayado, abierto el compás, gustándose. Con la izquierda toreó aún más desmayado, además de torear cargando la suerte. Acabó dominando al toro.

Esa faena fue como un aviso. Guardaba otra de más hondura y calidad. Desde la salida de su segundo toro, Juan Mora estaba dispuesto al triunfo. Lanceó con temple. Hizo un quite por verónicas a pies juntos muy desmayado. La faena la inició con unos doblones precisos. Y luego empezó el recital. Tres tandas de derechazos suaves, lentos, cadenciosos, con un gusto exquisito. Cuatro tandas de naturales de una ejecución inmensa por la hondura, todo el oro que se desprendía de su muñeca. Aquellos pases son los que se ejecutan en los entrenamientos, cuando se torea de salón. Es como si no estuviera el toro, estando, y aquello surgiera como de un chorro artificial. Era un sueño, casi de ensueño.

Ramos / Mora, Jesulín, Ramos

Toros de Andrés Ramos, bien presentados y nobles. Juan Mora: estocada (oreja); estocada (dos orejas). Jesulín de Ubrique: aviso antes de matar y media estocada (silencio); estocada -aviso- y descabello (oreja). José Ignacio Ramos: estocada (oreja); estocada caída (oreja). Plaza de Vitoria, 9 de agosto. 5ª y última corrida de feria. Media entrada.

Es posible que esa faena sean muy pocos, sobran los tres dedos de una mano, quienes la puedan mejorar. Ni queriendo. Eso está en el interior de cada uno. Y Juan Mora tuvo los atributos necesarios para dejar sobre el coso de Vitoria un testimonio de altísimo valor.

El torero local, José Ignacio Ramos, volvió a estar bullidor, voluntarioso. Bien con las banderillas, pero no tan eficiente como el día anterior. Del mismo modo, con la espada no estuvo tan expeditivo. Es verdad que se tiró igual de decidido. Acredita ser un buen estoqueador. Las faenas de sus toros no pasaron de la discreción. Mejor la faena a su segundo. Se notaba que le faltan corridas.

La labor de Jesulín de Ubrique tuvo la complicidad de un público facilón. Como nadie le exigía, al parecer se dijo el torero que no iba a ser él quien lo hiciera. Tiró de repertorio para públicos fáciles. Destapó el cajón de las sonrisas, y le concedieron una oreja inmerecida.

Ya que hablamos de orejas, debe consignarse que las orejas que le dieron a José Ignacio Ramos, fueron las orejas del paisanaje. Es cierto que el torero local puso todo lo que tiene dentro. Y un además: el segundo toro de Jesulín tuvo nobleza, y el torero gaditano se quedó un tanto pasotilla.

Creo que era Rubén Darío quien dijo aquellas palabras tremendas, hirientes hacia el gran público, al motejarlo de "público municipal y espeso". A lo mejor Jesulín ha leído al Bardo nicaragüense, y pone el acento en esos instantes para robar orejas en algunas plazas del mundo. Nunca se sabe. O él lo sabe muy bien.

Queda el recuerdo de una tarde triunfal de Juan Mora. Una tarde para echar a volar los pájaros de la imaginación. Su buen gusto se derramó por el albero. Tal vez sobraban las orejas regaladas a los otros toreros, para que se hubieran potenciado las que se ganó a ley el torero extremeño y, en especial, las dos ganadas a pulso por su arte, su gran toreo, eso que se ha dicho en ocasiones muy especiales: "Toreó como los ángeles"...

Concluimos: el triunfador de la feria de La Blanca es el matador Juan Mora. No podemos menos de sonreír, cuando se compara esta faena con otra de las que realizó uno de los que tiene encandilados a los taurinos.

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