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Crítica:FERIA DE ABRIL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Meritoria novillería

Antonio Lorca

Tiene mérito ser novillero en la desarrollada España del siglo XXI, a pesar de la crisis. Es admirable que un chaval en la flor de su juventud decida olvidarse de los placeres mundanos y se convierta al cartujano oficio de torero; retirado de la calle, ajeno a los botellones, creyente del sacrificio y aprendiz del quehacer humano más dificultoso del que se tiene noticia. Es meritorio jugar al peligroso juego del toro cuando el hambre es agua pasada, la oferta formativa es amplia y variada e, incluso, el bienestar actual permite la holgada pertenencia a la generación nini (ni estudia ni trabaja).

Dicho lo cual, que no es poco serio, la realidad es dramática y cruel. Retírate del mundo, del demonio y la carne, cierra los ojos en duermevelas imposibles, enfúndate en un traje de luces y haz el paseíllo en el templo de la Maestranza; que salga ese novillo soñado, precioso de hechuras, justo de fuerza, noble y cómodo, y tú, allí, solo ante el exigente tribunal, a cara o cruz tu futuro en el aire, mientras los examinadores ni se inmutan y murmuran la peor sentencia: "Lástima de novillo". O te miran en silencio, con esa mirada que parece no verte, pero que duele en el alma.

Espartaco / Casares, Escribano, Fernández

Novillos de Espartaco, bien presentados, blandos, nobles y manejables.

Luis Miguel Casares: estocada caída (silencio); estocada y descabello (silencio).

Cristian Escribano: bajonazo (vuelta); estocada atravesada, cuatro descabellos y descabello (silencio).

Esaú Fernández: estocada atravesada (silencio); dos pinchazos y media ladeada (silencio).

Plaza de la Maestranza. Viernes, 9 de abril. Segundo festejo de la feria. Media entrada.

Allí abajo, en el amarillo albero, raro será que no se evidencien más las carencias que las cualidades; fácil será que destaquen más los novillos que los aprendices. Será, quizá, como algunos dicen: "No tienen hambre...". O será que, de verdad, esta es una profesión para auténticos elegidos.

Los tres toreros de ayer no triunfaron a pesar de que los novillos de Espartaco -modernos hasta decir basta por su comodidad y nobleza- pusieron en bandeja la gloria. Hubo afán y voluntad, pero faltó personalidad, arrojo, afán de lucha, sangre en las venas y madera de héroe. Quizá, lo que se pide es un mundo, pero esa es la exigencia del toro.

A los tres les sobra, quizá, entrenamiento mecánico y les falta pellizco, chispa, gracia y capacidad para asumir el riesgo total.

Así y todo, quede patente su voluntad, y algunos trazos de buen toreo. Luis Miguel Casares dibujó una magnífica tanda de naturales al extraordinario cuarto; Escribano protagonizó un espectacular comienzo de faena en el segundo: dos pases cambiados por la espalda, dos trincherillas y dos de pecho de auténtico cartel; y Esaú Fernández se lució en un doble pase circular, quietas las zapatillas, y largos naturales.

Y que no se desanimen. El peligro, encima, es que pueden acabar siendo ninis. Pura crueldad esto de querer ser torero en el siglo XXI...

Cristian Escribano con su primer novillo.
Cristian Escribano con su primer novillo.JAVIER BARBANCHO
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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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