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Miguel Dalmau novela la violencia del Conde Rossi

El biógrafo de Jaime Gil de Biedma retrata la represión en Mallorca

"Me interesa diferenciar la realidad de la ficción en el sonido de las palabras: el ruido de un casquillo tras el disparo". Miguel Dalmau se ha metido en otro lío, con La noche del Diablo (Anagrama), al recrear en una novela, de manera documentada y verosímil, las acciones violentas y sanguinarias que en el verano de 1936 perpetró en Mallorca un agitador fascista italiano llamado el conde Rossi. "Me interesaba escribir una novela diferente sobre la Guerra Civil", dice el escritor que se aleja de las "novelas bienintencionadas y de escaso valor, con historias de la retaguardia donde prima lo ideológico -la tesis del mártir republicano- sobre el hecho estético. Y sobre la ecuanimidad." La obra está concebida "como una incursión en el Mal, representado por el fascismo. Y quería sobre todo que no fuera un instrumento de tesis. En una guerra no hay nada que demostrar". En aquel tiempo los hilos de Mallorca los movía Juan March, que pagó armas y aviones, mientras que ciertas ideas las ponían los hermanos Lorenzo y Miguel Villalonga. Algunos nobles y las cuadrillas de falangistas estaban cerca de Rossi. La desolación la describió el gran autor católico frances Georges Bernanos en el reeditado -en español y catalán- Los grandes cementerios bajo la luna (1938). Dalmau (Barcelona, 1957), que penetró antes en las vidas de Óscar Wilde, los hermanos Goytisolo y Jaime Gil de Biedma, se ha vestido con la sotana de otro personaje real, el sacerdote teatino Julián Adrover, traductor, acompañante y cómplice del criminal Rossi (Arconovaldo Bonnacorsi) mientras ejercía el terror y la represión contra los republicanos y demócratas desarmados. En la Mallorca 'nacional' no hubo choque de trenes y sangre en ambos bandos, apenas 20 días de combate en la costa de Manacor por el intento de desembarco de las tropas republicanas desde Cataluña. Es un relato de muertes. "Lo de Mallorca fue repugnante porque no existía oposición armada. Fue una cacería de conejos, indecente e innecesaria", subraya el novelista. Rossi, histrión y mujeriego, saltó de Mallorca a Málaga con idénticos y crueles cometidos. "Fusilati" es la voz que aprendieron de él los mallorquines de la guerra. Una realidad que queda fijada por la mirada del testigo, el religioso narrador de las trescientas páginas que "vive deslumbrado por un ser que cree superior. Aunque sea un gángster. Este tipo de personajes rara vez se arrepienten del "pecado de fascinación" porque justifica su vida. La Iglesia española aún no se ha retractado públicamente de su pecado de fascinación por el franquismo. ¿A qué esperan?". Los riesgos de la tentación mitómana fueron asumidos por Miguel Dalmau que vive en Palma desde hace años: "El Bien seduce por el gesto y el Mal por la palabra. Si Hitler no hubiera sido un gran orador no se habría llegado a los campos de exterminio. En Rossi está el desplome del héroe, la atracción por la trastienda. En la sombra se oculta la verdad. La grandeza del hombre se mide y expresa en su caída."

El Conde Rossi, falso aristócrata enviado por Mussolini a Mallorca en agosto de 1936.
El Conde Rossi, falso aristócrata enviado por Mussolini a Mallorca en agosto de 1936.EL PAÍS
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