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Mil páginas de guerra y amor

Muñoz Molina presentó ayer su última novela, 'La noche de los tiempos'

Javier Rodríguez Marcos

"Una novela de guerra cruzada por una historia de amor o una novela de amor en la que irrumpe una guerra. El lector decidirá qué es en función de su experiencia". Así describió ayer el poeta y académico Pere Gimferrer la última novela de Antonio Muñoz Molina, La noche de los tiempos (Seix Barral). Lo hizo en el desbordado salón de actos de la Residencia de Estudiantes de Madrid, curiosamente el mismo sitio en el que arranca la novela.

Muñoz Molina, como él mismo dijo, adelantó el día de Acción de Gracias, que se celebra pasado mañana, para repasar en 56 puntos, que terminaron llevándole a perder la cuenta, los escenarios, autores, amigos y lecturas que hay detrás de un relato de 1.000 páginas cuyo telón de fondo es la guerra civil española.

Su peculiar lista de agradecimientos empezó por el escritor rumano Norman Manea y terminó con Luis Buñuel. El primero le invitó a dar unos cursos que le obligaron a viajar desde Nueva York en tren durante el otoño de 2006 en la vieja línea de ferrocarriles que corre a orillas del río Hudson. Fue en esos viajes cuando, dijo, se le ocurrió el argumento de La noche de los tiempos. A Buñuel le dio las gracias por La Edad de Oro: "En esa película hay dos amantes que se buscan continuamente y a los que separan todo el rato. Yo los tuve presentes al imaginar a mis personajes".

Entre Manea y Buñuel estuvieron Pedro Salinas, su amante y su mujer, Arturo Barea, Max Aub y Zenobia Camprubí, esposa de Juan Ramón Jiménez. No faltaron tampoco el chileno Carlos Morla, cuyos diarios de 1936 recuperó no hace tanto otro de los citados ayer por Muñoz Molina, el poeta Abelardo Linares, responsable de la editorial Renacimiento. Pero no todo fueron nombres y apellidos. Entre las actitudes que le impulsaron a escribir su libro el novelista habló del "kitsch sentimental y barato desplegado en los últimos años en torno a la República. Esa moda insensata me irritó y me dio mucha fuerza".

Muñoz Molina, en primer término, y Pere Gimferrer, en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
Muñoz Molina, en primer término, y Pere Gimferrer, en la Residencia de Estudiantes de Madrid.ÁLVARO GARCÍA
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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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