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Multitudinario y triste adiós a López Lamadrid

Antonio López Lamadrid sabía que tenía los días contados. "Llevó la larga enfermedad como si la muerte no fuera con él", dijo ayer Luis, uno de los numerosos hermanos del editor, en su ceremonia laica de despedida. López Lamadrid murió el lunes en Barcelona. Era uno de los grandes de la edición española, por su exquisito trabajo como coeditor de Tusquets, firma que en primavera cumplió 40 años.

Toni López, como se presentaba a sí mismo, lo dejó todo organizado, desde la camisa que le habrían de poner hasta como le gustaría que fuera la ceremonia del adiós. "Dejó notas manuscritas, que tituló de 'consejos no vinculantes", explicó Luis. "Por ejemplo: 'Me gustaría que hablaran de mí Riccardo Cavallero y Miguel Ángel Aguilar".

Y así fue. Como dijo Cavallero, consejero de Random House Mondadori, "los consejos de Toni siempre eran vinculantes". Hubo tristeza en el tanatorio de las Corts, abarrotado, pero también sonrisas. Beatriz de Moura, de Tusquets, muy entera atendió con una sonrisa a colegas y amigos.

Una larga lista

Casi todo el mundo de la edición en Barcelona y Madrid, autores, editores, agentes literarios estuvieron presentes. Luis Landero, Almudena Grandes, Luis García Montero, Javier Andújar, Javier Cercas, Eduardo Mendicuti, Enrique Vila Matas, Pedro Zarraluki, José Manuel Lara Bosch, presidente del Grupo Planeta, y Jesús Badenes, director general de Librerías; el presidente del Grupo Santillana, Emiliano Martínez; Francisco Cuadrado, director general global de Ediciones Generales de Santillana; Josep Maria Castellet, Javier Pradera, Joaquín Estefanía, Joan Tarrida (Galaxia / Círculo de Lectores), Oriol Castanys (RBA) Albert y Pere Vicens (Vicens Vives), Jorge Herralde, Gonzalo Pontón, Juby Bustamante... La lista no cabría ni en una página entera.

A casi todos se les humedecieron los ojos, pero quien peor lo pasó fue Miguel Ángel Aguilar. "Amigo, has hecho que yo tenga que comparecer aquí para compartir la condición magnífica de la amistad". "Ésta es una despedida para el gran especialista en fugas, el que te convocaba a una cena y luego desparecía, siempre después de pagar la cuenta". Habló de su trayectoria, de su generosidad, del efecto contagioso de su risa. Se le rompió la voz y acabó con los ojos llenos de lágrimas: "Nos ha pedido seguir viviendo en nuestra memoria y seguirá viviendo".

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