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Novela gráfica, el cómic 'respetable'

El Salón de Angulema debate sobre un fenómeno que ha transformado el sector - Autores y editores creen que la etiqueta ha dado una pátina de seriedad al género

Guillermo Altares

No es sólo una cuestión de nombre o de tamaño. Hablamos de los viejos tebeos, de los cómics de toda la vida, que bajo una nueva denominación -novela gráfica- y un formato diferente -más pequeño y más grueso- han cambiado el mercado de la ilustración, atrayendo nuevos lectores y, sobre todo, han comenzado a ocupar un espacio en las librerías literarias donde antes estaban vetados, en los medios de comunicación... y en el Festival del Cómic de Angulema, el más grande y prestigioso de su género en Europa, que arrancó ayer.

"Antes, los tebeos estaban recluidos en el sótano, escondidos en el gueto de humor, pero ahora, desde que son novelas gráficas, cada vez tienen un lugar más importante incluso en las mesas de novedades y eso, claro, se nota en las ventas", agrega Ted Rall, autor de To Afghanistan and back, una crónica dibujada de su experiencia en el país durante la caída de los talibanes.

El 'Maus' de Art Spiegelman es considerado pionero de la novela gráfica
"Este formato trata temas sociales e intimistas", dicen en Sins Entido

Ni la huelga general contra Sarkozy, ni la crisis económica (en 2008 aumentó un 10% el número de cómics editados en Francia, 4.800, el mayor productor de Europa) han conseguido reducir el entusiasmo en esta ciudad del centro de Francia que durante cuatro días se convierte en la capital mundial del tebeo... o de la novela gráfica.

Algunos sitúan el arranque del fenómeno novela gráfica en Maus, la obra maestra de Art Spiegelman (premio Pulitzer 1992). Otros, en los libros de Joe Sacco, crónicas periodísticas de Gaza o Bosnia en forma de tebeo. Pero casi todos están de acuerdo en dos títulos fundamentales: Persépolis, de la iraní Marjane Satrapi, y Fun home, de la estadounidense Alison Bechdel.

"En realidad, son cómics, aunque hayan cambiado de formato y de público", explica Heloíse Guerrier, editora de Sins Entido, que, junto a Astiberri, son los dos sellos españoles que realizan una apuesta más clara por este género. "Tratan temas más sociales, más intimistas, que van dirigidos a un público más adulto, pero el lenguaje narrativo es el mismo", prosigue Guerrier. Aunque los grandes clásicos del cómic, desde David B hasta Tardi, Moebius o Carlos Giménez, ya se habían alejado mucho del mundo de Astérix y Tintín. ¿Y qué hay más literario que las planchas en las que Hugo Pratt describe a través de Corto Maltés un mundo de aventuras que llega a su fin?

"Lo que cambia es la percepción de los lectores", explica Noelia Gibert, editora de Casterman, uno de los principales sellos franceses. "Con Kiki de Montparnasse, de Catel y Bocquet, hemos atraído un nuevo público que antes nunca hubiese leído un tebeo". Sin embargo, en cuanto a los temas -la autoficción, el periodismo, el relato histórico, las adaptaciones literarias-, Gibert insiste en que son tan viejos como los relatos con dibujos, y cita como ejemplo a un autor español, Carlos Giménez, y su serie Paracuellos, que ha sido editada íntegra en Francia coincidiendo con Angulema.

"Las definiciones no me han preocupado nunca: me da igual que se les llame tebeos, historietas o novelas gráficas. Creo que el nombre se refiere más al formato que a los contenidos", señala Giménez, cuyas viñetas representan un viaje literario al corazón de algunos de los rincones más miserables de la historia española (la vida diaria en los hogares de auxilio social infantil puestos en marcha por el franquismo). Sentado en el pabellón de Fluide Glacial, su editorial francesa, Giménez se prepara para una de las habituales sesiones masivas de firma en esta cita editorial a la que cada año acuden 200.000 personas.

En Angulema conviven los clásicos infantiles con el manga japonés más desatado, la miseria de la posguerra española con los superhéroes, Afganistán con historias autobiográficas, el autismo o el alzhéimer con las series clásicas de toda la vida. "Lo más importante sería que los cómics, se llamen como se llamen, pudiesen comprarse en todas las librerías, y los tebeos para niños, en los quioscos", explica Giménez.

De hecho, cada vez más sellos literarios, como Mondadori o dentro de poco Salamandra, han comenzado a publicar cómics, un género que antes sólo trabajaban las editoriales especializadas. En Angulema, Gallimard o Actes Sud, dos de las más importantes editoriales francesas, tienen pabellones inmensos dedicados a la novela gráfica.

Pero el aumento de lectores y los baños de masas de Angulema no hacen olvidar que los tebeos, los cómics, las novelas gráficas, siguen siendo géneros minoritarios para el lector adulto; que las tiradas medias apenas alcanzan los 2.000 ejemplares y que, en España, no se venden en la mayoría de las librerías generalistas. Es más que una cuestión de nombre o tamaño: el gran salto adelante se acerca, pero todavía no ha llegado.

Arriba, <i>Mayor fatal</i><b>, de Moebius, de cuya obra se debate en Angulema. A la izquierda, dibujo de Patrick Morin expuesto en el Salón. A la derecha, viñeta de </b><i>Maus.</i>
Arriba, Mayor fatal, de Moebius, de cuya obra se debate en Angulema. A la izquierda, dibujo de Patrick Morin expuesto en el Salón. A la derecha, viñeta de Maus.
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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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