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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Comedia de ida y vuelta

En un principio Nada que perder no es más que otra comedia norteamericana protagonizada por una pareja formada por un blanco y un negro con problemas que se lanza a la carretera sin rumbo fijo. No obstante, encierra algunos elementos dispersos que la hacen tener mayor atractivo. En primer lugar se sitúa su interesante estructura dramática, que, sin ser del todo original, por lo general es muy poco empleada. Consiste en narrar durante la primera parte una serie de hechos motivada por un suceso cualquiera y en la segunda relatar cómo un nuevo elemento desencadena que el camino se invierta y ocurra todo lo contrario. Es decir, Nada que perder tiene una estructura de ida y vuelta. Mientras la primera parte narra las locas acciones a que lleva al protagonista descubrir que su mujer se ha convertido en la amante de su jefe, en la segunda trata de remediar los disparates realizados tras comprobar que se ha equivocado en su demasiado rápida apreciación.También tiene interés por estar protagonizada por el blanco Tim Robbins, un actor, y realizador demasiado valorado, pero que no tiene el menor inconveniente en pasar de la más seria y dramática de las películas, como Cadena perpetua (1995), su último trabajo como director, a una comedia sin pretensiones como ésta. Acompañado por Martin Lawrence, que no es más que otro cómico negro similar a otros muchos que pululan por el actual cine de Hollywood.

Nada que perder

Director y guionista: Steve Oedekerk. Fotografía: Donald E. Thorin. Música: Robert Folk. Estados Unidos, 1997. Intérpretes: Tim Robbins, Martin Lawrence, John C. McGinley, Giancarlo Esposito. Estreno en Madrid: Palacio de la Prensa.

Segunda película dirigida por el guionista Steve Oedekerk, una vez más vuelve a exteriorizar su interés por la comedia en sus múltiples caminos posibles, pero, al igual que ocurre en sus sucesivos trabajos como guionista para el realizador Tom Shadyac, en esta ocasión desaprovecha las posibilidades que le ofrece su guión y demuestra que todavía le queda mucho camino por andar, para llegar a tener un cierto peso dentro del género.

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