'Mi casa fueron mis palabras, mi tumba el aire'
Es el último verso de su poema Epitafio sobre ninguna piedra, y toca copiarlo ahora, precisamente ahora. Toca decir también que escribió "No he sido Don Quijote / ( ... ) / pero quiero, / como él, morir con los ojos abiertos", y acordarse de lo que reclamaba para ese momento último: "pido / frente a la tos, el vómito, la mueca, / ser día despejado ( ... )". Las palabras del poeta en el día de la muerte del poeta. El aire, el día despejado: la claridad, la transparencia.Aunque cultivara los géneros más variados, Octavio Paz se quiso a sí mismo ante todo como poeta. Libertad bajo palabra (1935-1957), Salamandra (1958-1961), Ladera Este (1962-1968), Hacia el comienzo (1964-1968), Blanco (1966), Topoemas (1968), Vuelta (1969-1975) o Árbol adentro (1987) son algunos de sus libros o los títulos con los que reunió sus versos de distintas épocas, a los que habría que añadir los que faltan por publicar de los últimos años y El mono gramático (1970), esa singular pieza en la que se abrazaban todos los géneros, los registros, los estilos.
Fue, sobre todo, un poeta del tiempo y del amor. La naturaleza y los paisajes del mundo se le colaban entre líneas, y también daba golpes con las palabras, como el ciego que da bastonazos contra la Tierra para robarle el conocimiento íntimo de las cosas. Están ahí, ahí siguen sus versos en el aire: "Amar es perderse en el tiempo, / ser espejo entre espejos