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Una nueva biografía de Pla revela que fue un espía activo en la guerra civil

El escritor contribuyó a impedir el envío de armas a la República

La filóloga Cristina Badosa ha dedicado cinco años a investigar la vida del escritor ampurdanés Josep Pla en el periodo comprendido entre 1927, cuando regresó de un primer exilio en la dictadura de Primo de Rivera, y 1939, cuando volvió a Cataluña al final de la guerra civil. Badosa, que aporta en su tesis doctoral una nueva visión del escritor, publica sus conclusiones en un libro de inminente aparición, Josep Pla: El difícil equilibri entre literatura i política (Curial)."Pla no fue durante ese tiempo en Marsella un espía menor", asegura Badosa.

Fue una época básica en la formación de Pla (1897-1981), ya que es en los años 20 cuando se inclina hacia el catalanismo conservador y es en 1937, exiliado en Marsella, cuando ejerce de espía a favor del bando franquista. "A través del Sifne (Servicio de Información del Nordeste de España), se enviaba información a los submarinos italianos que después torpedeaban los barcos que transportaban armas desde Marsella a España". "Lo que hacían Josep Pla y Carles Sentís", añade, "era ir al puerto de Marsella, entablar conversación en los bares con los marineros y apuntar las listas de entradas y salidas de los barcos. Después, desde la oficina del Sifne, se mandaba la información al yate Carmen; luego se enviaban los datos a la base italiana de Mallorca, de donde salían los submarinos que torpedeaban a los barcos que transportaban material para la España republicana. Hubo muchos bombardeos; a veces salía a barco diario". Aunque ya se había dicho que Josep Pla había espiado en Marsella en contra de la República, en las dos biografías del escritor publicadas hasta ahora no se abordaba ese extremo. El libro de Badosa tiene la particularidad de desmentir a quienes trataban de reducir las labores de espionaje a unas actividades puramente burocráticas. Para redactar su tesis, Cristina Badosa ha partido de sus conversaciones con Adi Enberg, que fue compañera del escritor, y de sus investigaciones en los archivos de la Prefectura de Marsella y del Ministerio del Interior francés.

Josep Pla y Adi Enberg llegaron a Marsella en septiembre de 1936, huyendo de la guerra civil. Fue allí donde entraron en contacto con el empresario Josep Bertran i Musitu, que había creado el Sifne para ayudar a las tropas franquistas. "Bertran propuso a Pla y a Adi colaborar con el Sifne, que les proporcionó un piso espacioso que servía de tapadera y de vigilancia al lado del de la organización", señala Badosa.

Las actividades del espía Josep Pla terminaron, según se indica en el libro, en agosto de 1937, después del hundimiento del barco británico British Corporal por los alemanes. "A partir de ese momento, el Gobierno británico presionó par a que las autoridades francesas impidieran el espionaje, y la gente del Sifne cerró sus oficinas en Marsella y las trasladó a Biarritz".

El editor Josep Vergés, que inició en la editorial Destino la publicación de los 45 volúmenes de la Obra Completa de Pla en 1966, ha reaccionado con incredulidad ante las acusaciones de Badosa. "No sé si era un espía o no", dijo Vergés. "No hablaba nunca de esa época. Que era un catalanista conservador, eso lo sabe todo el mundo, pero decir que era un espía me parece muy fuerte. Creo que preguntar después de 60 años si Pla era o no un espía es un poco absurdo".

Josep Vergés, que fue gran amigo de Pla y que continúa en posesión de los manuscritos del escritor ampurdanés, publicó en el volumen número 45 su Imaige de Josep Pla, pero no descarta volver a escribir algo más. "Mi oficio no es el de escritor, pero si se dicen muchas barbaridades sobre Pla es probable que vuelva a escribir algo sobre él".

"Avaro, sucio, maleducado y gorrón"

"Se llevaban muy bien, pero a Josep Pla no le gustaba una mujer que no cocinara y que hablase libremente con sus amistades", explica Cristina Badosa refiriéndose a la relación entre el escritor ampurdanés y la noruega Adi Enberg, que fue su compañera entre 1927 y 1939." Era una mujer de gran nivel. Hablaba siete idiomas y recuerdo que en los últimos años de su vida recitaba a Rilke y aPoe", dice Badosa. "Me contó que Pla era avaro, sucio, maleducado y gorrón, pero también un gran escritor".

Después del hundimiento del British Corporal, en agosto de 1937, Pla se fue a Roma, mientras que Adi pasó a ser secretaria de Francesc Cambó, el fundador de la Lliga Regionalista -partido conservador catalán-, y siguió informando contra la República.

"Pla como espía era un desastre, era un bocazas que siempre metía la pata; Adi, en cambio, era una buena espía. Nórdica, fría y calculadora, aunque también sentimental", asegura.

En una entrevista con el fallecido poeta mallorquín Josep Maria Llompart, el propio Pla "entre lágrimas llegó a decir que lamentaba mucho lo que había hecho durante la Guerra Civil", añade.

La política alejó a Pla de su trayectoria literatura. "Cuando regresó del primer exilio, en 1927, tuvo un cambio literario y existencial. Vio que debía hacer unas vastas memorias, porque si no su obra no adquiría coherencia. De todas maneras no las hizo hasta concluir la guerra porque se dejó llevar por el entusiasmo del despertar político. Se dejó seducir por Cambó, representante de lo que él quería hacer en literatura: el realismo, el pragmatismo, el tocar con los pies en el suelo", concluye.

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