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Amalia Iglesias, ganadora del Adonais, escribe para no volverse loca

Al igual que Ernesto Sábato, reciente Premio Cervantes de Literatura, Amalia Iglesias, que el miércoles por la noche obtuvo el 41º Premio Adonais de Poesía, escribe "para no volverse loca".Con Un lugar para el fuego, Amalia Iglesias, estudiante de Filología Hispánica de 22 años, obtuvo el último Adonais de poesía, que premia con la edición de la obra, 15.000 pesetas y una escultura de Venancio Blanco. Quedaron finalistas Antonio del Camino, de Talavera de la Reina (Madrid), con su obra Del verbo y la penumbra, y José Luis V. Ferri, de Alicante, con Cetro de cal.

Amalia Iglesias apenas puede seleccionar una lista de poetas preferidos y escoge al azar: Luis Cernuda, Vallejo, Juan Larrea, Blas de Otero y otros. Lo último que la impresionó fue El báculo de Babel, de Blanca Andreu, que en 1981 obtuvo el Adonais, a los 21 años.

La ganadora de este año sólo se enteró del fallo del jurado pasada la medianoche del miércoles, al cabo de varias horas. Aunque no descartaba la posibilidad de ganar -"si te presentas a un premio, es que nunca la decartas"-, se fue a cenar con una amiga y sólo supo la noticia cuando, al regresar a casa, su madre le dijo que los periodistas la habían llamado docenas de veces. Ayer, a mediodía, invitada por el programa La tarde de Televisión Española, la joven viajó a Madrid, ciudad en la que ya tenía proyectado cursar quinto curso de Filología Hispánica. Hace dos meses empezó en Bilbao el cuarto curso.

Tal como dijo el portavoz de¡ jurado en el momento de emitir su veredicto, Amalia Iglesias ha publicado una veíntena de poemas en revistas de poesía, fundamentalmente en los cerca de 17 números de Zurgai que ha publicado el grupo bilbaíno de Poetas por su Pueblo, compuesto por jóvenes que escriben en castellano, al que se siente vinculada. Zurgai, en euskera, quiere decir algo así como árbol viejo que promete mucha madera.

El jurado del Adonais estuvo compuesto por José García Nieto, Rafael Morales, Claudio Rodríguez, Luis Jiménez Martos y Rafael García.

Amor y desamor

En la obra ganadora del Adonais, Un lugar para el fuego, "estoy yo y la realidad vista a través de mí, el amor, el desamor, la rabia de no ser correspondido, la impotencia...", explica Amalia Iglesias con rapidez, y explica que cada vez se exige más y rompe más.Le gustaría dedicarse a escribir y a la investigación, por ese orden, aunque sabe que su destino más probable está en la enseñanza, y con mala suerte en el paro. Natural de Menaza (Palencia), pertenece a una familia obrera de seis hijos en la que el padre fue jubilado anticipadamente, la madre y una hermana sufren una regulación de empleo en el centro intermutual de Archanda (Vizcaya), y otro hermano, de 24 años, se encuentra en paro.

El orgullo de la familia, junto con Amalia, es Francisco Javier, que fue olímpico de lucha libre este verano en Los Ángeles; ahora cumple la mili en Pontevedra.

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