Fantasmas de ordenador

Gran especialista en películas para niños y en el manejo de efectos especiales, la oferta de Steven Spielberg para el verano del 95 es una curiosa historia de fantasmas creados por ordenador basada en un tradicional personaje de historieta gráfica llamado Casper.Mezcla un tanto irregular de demasiados elementos, como las películas de halloween, las de la serie Cazafantasmas, las historias de casas embrujadas, las de malvados que tratan de apoderarse de una herencia, y llena de guiños para el pequeño cinéfilo, Casper es un agradable y vistoso cuento infantil cuyo máximo atractivo reside en que se trata de una nueva y peculiar versión de la tradicional narración La bella y la bestia.

Aunque con la peculiaridad de que en esta ocasión la bestia es un fantasma de 12 años; la bella, una desconcertante adolescente algo zangolotina, de poco más; y el padre, un psicoanalista especializado en fantasmas que busca desesperadamente al de su mujer. Como era previsible, la niña convierte al fantasma en un apuesto muchachito, pero tan sólo por unas cuantas horas, y al igual que Cenicienta, la novedad de esta versión es que la chica finalmente prefiere a su padre frente al fantasmal quinceañero.

Llena de espléndidos efectos especiales realizados por George Lucas y su división especializada Industrial Light & Magic, Casper es una comedia negra donde la muerte está siempre presente, como dice el fantasma protagonista: "Morir es como nacer, pero al revés", lo que da al conjunto unas tonalidades muy particulares.

Dirigida por el desconocido Brad Silberling, cuya principal misión debió de ser plasmar las ideas del productor Steven Spielberg y ordenar el complicadísimo rodaje, Casper es una película dirigida al público infantil, que no tardará mucho en convertirse en un éxito, un clásico del género y la primera de una larga serie.

Debe buena parte de su atractivo a que la protagonista es la desconcertante jovencita Christina Ricci, la niña que se hizo famosa encamando a Miércoles en la serie cinematográfica La familia Addams.

Y no solo por la naturalidad con que se comunica con un fantasma creado por un ordenador, sino por el misterio que emana de su tan personal como misterioso rostro.