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Reportaje:

París, al rescate del hotel de Chopin y Voltaire

La ciudad se moviliza para frenar la reforma de su palacio privado más emblemático, comprado por un millonario

Antonio Jiménez Barca

El abogado del dueño muestra una impresionante galería acristalada con frescos de 400 años, calentada, eso sí, por un feo radiador de aceite de 30 euros enchufado a un cable que culebrea por todo el palacio. En 2007, Hamad Ben Khalifa Al-Thani, millonario, hermano del emir de Qatar, compró a la familia Rothschild el célebre Hôtel Lambert, un edificio emblemático erigido en el siglo XVII en el espolón de la isla de Saint Louis, al lado del Sena. El palacete privado más famoso de París.

Al-Thani pagó por la joya 80 millones de euros, decidido a convertirla en una vivienda tan lujosa como habitable. Pero ha tropezado con la oposición (y la denuncia) de una asociación belicosa que defiende la historia y el patrimonio de la ciudad, Paris Historique, y que se opuso junto a un grupo de historiadores y artistas a las reformas que el hermano del jeque de Qatar tenía pensado acometer, en especial los aparcamientos subterráneos y los ascensores. Temen asimismo que los trabajos se lleven por delante las obras de arte que duermen en molduras, suelos o paredes.

El arquitecto encargado del proyecto, Alain-Charles Perrot, sólo pretende "devolver el alma al palacio" con una restauración que costará 40 millones de euros y dos años de trabajos. El abogado, Eric Ginter, asegura que "hay cierto encono político debido a que muchos piensan que este edificio debería ser público, y no privado".

Conclusión: todos esperan la decisión del Consejo de Estado, que en unos meses decidirá. Hasta entonces, el palacio, vacío, recosido con arreglos espantosos, languidece a la sombra de los personajes que allí se alojaron.

El hotel fue levantado por orden de Jean Baptiste Lambert, banquero enriquecido prestando dinero a los reyes de Francia para armar mercenarios; aquí durmió el mismísimo Voltaire, que se veía a solas con la marquesa de Châtelet, esposa del propietario, en una encantadora habitación que aún se conserva casi intacta; pasó por manos de generales, industriales o ministros que se lo fueron revendiendo según se arruinaban, fue fábrica de camas y colchones en una etapa negra y en 1843 se convirtió en la corte en miniatura del exilio real polaco al ser adquirido por el príncipe Czartorisky. Albergó a Chopin y George Sand, dio trabajo a Delacroix y sufrió una reforma integral que transformó un ala en un santuario neo gótico que los arquitectos contratados por Al-Thani quieren extirpar y el embajador polaco en París, conservar.

Tras la II Guerra Mundial, uno de esos tipos que sólo da París se adueñó del edificio: el arruinado barón Alexis de Rédé, que, protegido por amigos ricos que le pagaban el alquiler, hizo del palacio su vivienda y pasó a la posteridad por organizar fiestas deslumbrantes de inspiración oriental: en 1969 instaló dos enormes elefantes de pega en el patio de entrada y entre los invitados se contaba Brigitte Bardot de odalisca.

En 1975, Rédé convenció a su amigo el barón Guy de Rothschild para que comprara el palacio a los herederos del príncipe polaco. Aún se conserva la bañera de plata de Marie-Hélène de Rothschild en un cuarto de baño. Y la biblioteca en la que reposó, durante muchos años, el cuadro El astrónomo, de Vermeer. Los Rothschild vendieron el palacio a Al-Thani sin haber nunca renovado en profundidad sus intestinos: por eso los frescos pintados por Charles Le Brun hace 400 años en la prodigiosa galería acristalada que da al Sena se encuentran agrietados, descoloridos y oscurecidos por una pátina negruzca.

Vista de la fachada del Hôtel Lambert.
Vista de la fachada del Hôtel Lambert.DANIEL MORDZINSKI
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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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