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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Peret deslumbra en la jungla del rock

Viña Rock, el multitudinario festival que echó a pedradas del escenario hace dos años a Ramoncín, se rinde a los pies del Rey de la Rumba

Peret pasó hace unos días por el médico. Una revisión. "Estás muy mal", le dijo el doctor mirando la radiografía. "Bueno, así por lo menos sé de qué me voy a morir", respondió él con sorna.

El artista habla sin dramatismos del enfisema pulmonar que le ha tenido apartado de la música varios años. Ahora está bien. Hace conciertos esporádicos y, aunque admite que en ocasiones se cansa, está como un roble. La enfermedad ha cambiado su fisonomía -ahora va rapado y con una cuidada barba blanca- aunque no su vitalidad. "Los gitanos tenemos una esperanza de vida de 60 años y yo acabo de cumplir 73... Eso que llevo ganado". Lo dice en el camerino del festival Viña Rock, eminentemente rockero, celebrado este fin de semana en Villarrobledo (Albacete). Este año, 90 grupos han pasado por el certamen español más multitudinario. Pero ¿qué hace el Rey de la Rumba en un lugar como éste, lleno de melenudos con camisetas negras? "No lo sé", reconoce con una sonrisa amable. "Me han dicho que éste era mi sitio. Además, siempre me he llevado bien con los rockeros".

"Éste también es mi público", dijo el intérprete al acabar su actuación

El sábado por la noche quedó comprobado que aquí, al igual que en la residencia de la tercera edad donde actuó hace unos días, a Peret se le quiere. A las 3.30, con un elegante traje negro, pañuelo rojo en la solapa y zapatillas de deporte, Peret se puso delante de los 70.000 asistentes de este año del Viña Rock. Y se los metió en el bolsillo.

Una hora antes del concierto había bullicio en su camerino, una especie de contenedor de plástico, donde su banda, compuesta por 11 jóvenes de entre 24 y 28 años, ya ha empezado a calentar la voz, las palmas y las guitarras. "Son mis sobrinos y mis nietos espirituales", dice tras hacerse fotos de rigor con espontáneos con camisetas de Iron Maiden.

El año 2008 será el de Peret. En octubre publica un disco que irá acompañado de un libro escrito por él y que servirá para "poner las cosas en su sitio", asegura. "Hay por ahí muchos que dicen haber inventado la rumba y ni siquiera saben tocarla". Habrá temas nuevos y canciones que ya tocaba con 12 años. "Me acuerdo más de ellas que de las últimas", bromea diez minutos antes de empezar.

Viña Rock, el festival que hace sólo dos años echó a pedradas a Ramoncín del escenario, ruge con el Rey. Peret toca parte del concierto sentado -otra de pie- y no hace su famoso ventilador con la guitarra, pero desprende un intenso magnetismo. Suenan canciones de su último trabajo, Que levante el dedo ("que me censuraron porque decía eso de que Tabacalera vende veneno"), y el público se calienta con los clásicos: Una lágrima cayó en la arena, Borriquito como tú o El muerto vivo, al que se le unen Kiko Veneno, Muchachito Bombo Infierno y Los Delinqüentes. Una hora después, Peret baja del escenario apoyándose en la barandilla. "Ha sido increíble. Definitivamente éste también es mi público".

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