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Picasso contra todos en París

El Louvre, el Grand Palais y el Orsay proponen sendas confrontaciones entre el genio malagueño y algunas de las grandes estrellas de la historia del arte

"Es el único artista que asumió toda la historia de la pintura. Decía que quería revolucionar la pintura pero sólo a partir de la pintura", explica Anne Baldassari, directora del Museo Picasso de París y co-comisaria de la gran exposición Picasso et les maîtres (Picasso y los maestros) que mañana se abre al público en el Grand Palais de París. Al mismo tiempo, en el Museo d'Orsay se muestra la serie de telas, dibujos y esculturas que el pintor español hizo sobre una tela célebre, Le déjeuner sur l'herbe, de Edouard Manet, y el Museo del Louvre ha dedicado una sala a presentar las variaciones picassianas sobre otra pintura famosa: Les femmes d'Alger, de Eugène Delacroix.

La idea es sencilla pero difícil -y carísima- de materializar. A lo largo de su vida, Picasso canibalizó telas y estilos de otros grandes pintores: Rembrandt, Velázquez, Goya, Manet, Ingres, Zurbarán, Cézanne, El Greco, Van Gogh, Ribera, Renoir, Poussin, Gauguin, Le Nain, Puvis de Chavannes, Chardin, Cranach, Delacroix, Degas, Tiziano, Courbet o el aduanero Rousseau, por citar los parentescos más evidentes. Pues bien, todos ellos, con una, dos, o cinco telas, han acudido al Grand Palais para rendir y recibir homenaje de Picasso. Museos de medio mundo han colaborado en esta operación y, entre ellos, sobre todo, el Museo Picasso de Barcelona y el Prado de Madrid.

'La Maja desnuda', de Goya, es uno de los 'tirones' de esta triple cita artística
La estimación del valor de las obras reunidas es de 2.000 millones de euros

Para Josep Serra, responsable de la institución barcelonesa, la generosidad de su préstamo -21 obras- tiene recompensa, "pues las pinturas volverán a Barcelona mejoradas tras haber pasado unos meses en tan buena compañía. De una exposición de esa magnitud y ambición salen nuevas maneras de ver a Picasso. Aquí le vemos dialogando con toda la historia de la pintura. Un día habrá que seguir el rastro, el trazo picassiano, más allá de su muerte, en la obra de otros artistas que se han inspirado en él y le siguen manteniendo vivo".

Si en el Louvre y en Orsay juegan con su propio patrimonio y con la disponibilidad actual de la obra de Picasso debido a las obras de reforma del museo parisiense, en el Grand Palais la estrategia ha pasado por un trueque de altos vuelos. En una misma sala conviven nueve desnudos de Picasso pintados entre 1964 y 1971 con algunos de los desnudos más estudiados y elogiados de toda la historia de la pintura: La Maja desnuda, de Goya; Venus divirtiéndose con el amor y la música, de Tiziano; la Olimpia, de Manet; Mujer bañándose, de Rembrandt, y la Odalisca, de Ingres.

"Tener en París La Maja de Goya es como si en el Prado tuvieran ahora La Gioconda que está en el Louvre", dice Baldassari, muy agradecida de la colaboración obtenida en Madrid y Barcelona. "Me he comprometido en que el Prado pueda tener una presencia continuada de obras de Picasso".

El coste de las tres exposiciones de París supera ampliamente los cuatro millones de euros, de los cuales uno lo aporta un patrocinador privado -el grupo LVMH-, y se quiere amortizar consiguiendo una media de 10.000 visitantes diarios. En el Grand Palais la entrada cuesta 12 euros, 9 en el Louvre y 9,50 en Orsay, pues los tres museos no han logrado ponerse de acuerdo para ofrecer un billete común que diera acceso a los tres lugares.

Una estimación (muy arriesgada) del valor de las obras reunidas entre las tres exposiciones habla de 2.000 millones de euros, y el quebradero de cabeza de los seguros ha podido resolverse porque todas las obras que están en museos franceses están protegidas por la garantía del Estado.

Para José Jiménez, director de Bellas Artes, "la exposición del Grand Palais es más completa que la que pudimos montar en 2006 en Madrid, porque allí Picasso sólo dialogaba con la escuela española. Era fantástica pero más limitada. En París, Picasso habla con toda la escuela francesa y con Rembrandt. Su relación con este último es apasionante".

Baldassari, que está "absolutamente segura de que Pablo Picasso es el mayor pintor del siglo XX, pues nunca se deja ganar por el decorativismo o por la idea pura, por lo conceptual", se muestra convencida de que la exposición es irrepetible: "Tenía que serlo, pues de lo contrario nunca hubiéramos obtenido esos préstamos extraordinarios".

Son realmente muy pocas las ausencias en el gran montaje picassiano del otoño parisiense, aunque las hay. En la lista de maestros elegidos por las comisarias Baldassari y Bernadac sólo se echa en falta a los artistas desconocidos, africanos o de Oceanía, que en su momento tanto peso tuvieron en la aventura cubista. Si la formación académica sí es evocada, la del primitivismo es obviada.

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<i>Grande baigneuse,</i> una de las obras de Picasso incluidas en la exposición del Grand Palais.
Grande baigneuse, una de las obras de Picasso incluidas en la exposición del Grand Palais.AFP
<i>Le déjeuner sur l'herbe,</i> de Manet, según Picasso, en Orsay.
Le déjeuner sur l'herbe, de Manet, según Picasso, en Orsay.REUTERS
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