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Entrevista:JUAN ECHANOVE | Actor

"Con 'Plataforma' he tenido que renunciar al pudor"

Jesús Ruiz Mantilla

Hay muchas cosas que se plantean en Plataforma, la terrible y controvertida novela de Michel Houellebecq, que Juan Echanove no comparte. "Pero, lo peor de todo es que son verdades", dice quien se ha convertido con su personaje adicto al sexo y a los paraísos orientales de evasión en un médium del escritor francés para desnudar en un escenario las vergüenzas y los terrores; las bajezas y los desmanes morales del hombre contemporáneo.

El jueves, este montaje de Calixto Bieito y el teatro Romea de Barcelona se estrena en el Bellas Artes de Madrid después de haber triunfado en el Festival de Edimburgo, donde el actor consiguió el Premio Herald Archangel de la crítica internacional. Echanove se muestra con la adrenalina subida, calentando la moto a acelerones al tiempo que ayer grababa episodios de la serie Cuéntame en exteriores de Aranjuez: "Con esta obra no me importa derrapar a más de 200, caerme y pegármela", asegura el actor.

"Después de esta obra lo único que me pone de verdad es estar enamorado"

Es la primera vez que Bieito y él trabajan juntos. "Seguro que no será la última", anuncia Echanove. Con esta Plataforma se siente cómodo e incómodo al tiempo. "He tenido que renunciar al pudor. La obra puede herir la susceptibilidad de los espectadores, pero, sobre todo, la mía", afirma el actor. Al principio no le gustó nada la idea. No conocía al autor francés y le resultaban insoportables sus primeras lecturas. "Bieito me lo propuso y a mí me dio asco. Le decía: 'De ti pa mí, Calixto. Me cago en Houellebecq, me lo paso por el forro a este imbécil, mira lo que hago con él...".

Pero fue leyendo y profundizando en ese mundo de detritus moral y se fue dejando convencer por las evidencias. El nihilismo descarnado le empujó a ser mejor y el catálogo sexual en todas sus variantes, le obligó a ver de otra forma el amor. "Después de todo esto, lo único que me pone de verdad es estar enamorado". Bajó a los infiernos para encontrar al fondo de todo un sentido, un inesperado, pero real idealismo; un extraño, pero vigente romanticismo. "Dirán que Bieito y yo estamos chalados, pero este tío, lo tiene, de verdad", afirma el actor. Lo mismo que puede ser incendiario: "Houellebecq llega con napalm en una mano y un mechero en la otra".

Él nota la incomodidad del público ante el espejo que les plantan y ni siquiera ha podido atravesar según qué fronteras. "Entrar en la pornografía infantil, por ejemplo". A pesar de todo, ha superado demasiados límites. "Soy muy pudoroso y al principio, por contrato, quedé con Bieito en que no hacía ciertas cosas: que no aparecería desnudo en el escenario, que no practicaría el sexo, vamos, ya sabe todo el mundo lo que es capaz de proponer este tío en sus montajes y que no me la iban a chupar dos negras mientras comulgaba, que no". Pero en los ensayos se fue calentando y vio que la obra pedía más, más... Más implicación, más compromiso para convertir toda esa decadencia moral en algo que mereciera la pena.

Entonces, su compañera de reparto, Marta Domingo, que le acompaña en escena junto a otros cuatro actores, le dio un buen consejo: "Que aprovechara a fondo todo lo que hay de luminoso en mi vida", dice Echanove. Así, desde la cloaca moral infecta en la que vive Michel, su personaje, un oscuro y desencantado funcionario del Ministerio de Cultura francés entregado al turismo sexual, el prisma desde el que el autor analiza la sociedad actual, Echanove ha comprobado cómo toda una necesidad de pureza le llega al alma casi compulsivamente, sin apenas planteárselo. "Nunca me he sentido tan cerca de esas cosas, pero este año quiero unas navidades con nieve, villancicos y Papá Noel. ¡Ya he comprado hasta los polvorones!", confiesa.

También la función le exige su potencia física. "Me ha llegado a la edad adecuada, a mis 45 años tengo distancia para muchas cosas y no me va a pasar lo que me ocurrió con El cerdo, en la que me metí en un pozo que confundía realidad y ficción. Aquí sé que la salida está incluso más abajo y que escarbando apareceré en las antípodas. Además estoy fuerte para poder con ella, aunque ya me he roto un dedo y me he lesionado la clavícula...".

Pero no tiene miedo aunque en esa especie de vía crucis triturador todo ocurra a una velocidad cercana al vértigo: "Todas esas sensaciones salvajes que hay en la obra se producen en el tiempo que gira una vuelta de ventilador colgado del techo", cuenta Echanove. Hay aromas de películas y músicas fundamentales que le ayudan a clarificarlo todo: "Mucho Coppola de Apocalipse Now, mucho Doors", confiesa el actor. Otro viaje al corazón de unas tinieblas demasiado presentes en nuestras vidas, una niebla que ya nos ha robado la visión crítica sobre nosotros mismos. Por eso, la escritura de Houellebecq transformada ahora en teatro por Bieito, Echanove y la compañía del Romea puede ayudarnos a ser conscientes de nuestros propios horrores.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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