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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Poesía y Verdad

Johann Wolfgang Goethe (Francfort, 1749; Weimar, 1832). Las canciones de diversos autores sobre textos suyos, contempladas en el recital de Christopher Maltman y Graham Johnson, cubren un abanico que va desde 1771 hasta el mismo año de su fallecimiento. El recital pretende ser una biografía de Goethe en canciones a través de su poesía. Un equivalente a lo que supuso autobiográficamente la publicación de Poesía y Verdad del autor. La propuesta era así, en principio, ambiciosa y profundamente identificada con las esencias del lied. Ya se sabe: una voz, un piano, un texto, una música no por desnuda menos emotiva o dramática. En esta ocasión con obras de Beethoven a Wolf, con especial incidencia en Schubert. A la inteligencia del planteamiento respondieron los intérpretes con una intensidad sin altibajos en una velada de más de dos horas. El público quedó mayoritariamente extasiado.

GOETHE: UNA VIDA EN CANCIONES

Christopher Maltman (barítono), Graham Johnson (piano). Obras de Beethoven, Schubert, Schumann, Wolf, Loewe y Brahms. XVI Ciclo de Lied. Teatro de la Zarzuela, 3 de mayo.

El barítono Christopher Maltman es un artista en plena madurez. Está en alza. Los tiempos en los que participó en la grabación de Merlín, de Albéniz, quedan lejos. Maltman simultanea la ópera con el universo del lied. Es un cantante extrovertido pero en modo alguno superficial, dramatiza con vigor los diferentes textos, acentúa con intencionalidad y tiende a la teatralidad. Está además arropado por la veteranía de un pianista sabio en el mundo del lied como es Graham Johnson. Se percibe que están a gusto haciendo música juntos. La compenetración entre ambos es modélica.

El ritmo, la tensión del recital se mantuvo en todo momento. En el apartado de lo antológico se sitúan las interpretaciones de An den Mond, Der Fischer o la Szene aus Faust, de Schubert. También las dos versiones de Erlkönig y el cierre con una escena de la segunda parte de Faust, con música de Loewe. Lo fundamental fue, en cualquier caso, la totalidad, propinas incluidas. Los dos artistas dosificaron los contrastes, se movieron en campos expresivos tan variados como sugerentes y cautivaron al público desde el rigor y la emoción contenida. Fue una tarde de lied inolvidable.

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