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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
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Porompomperonismo

Marcos Ordóñez

Han caído en mis manos los dos primeros números de Viernes Peronistas, un singular artefacto que alterna la zumba desacralizante con la información quintaesenciada. El presente fanzine -porque de un fanzine se trata, aunque a efectos prácticos estamos ante un libro en dos tomos- es una publicación que no dudaré en calificar de histórica por muy diversos motivos. Para empezar, logra el prodigio de explicar a los gentiles de modo sucinto ese arcano llamado peronismo, un fenómeno político hasta ahora tan insondable como el tercer misterio de Fátima. En segundo lugar, se atreve a enfrentarse por la vía del humor a las organizaciones extremistas surgidas a su sombra, espinoso sendero por el que hasta ahora solo se había aventurado, que yo sepa, el genial cómico argentino Daniel Capusotto, creador de Bombita Rodríguez, un apócrifo Palito Ortega montonero, responsable de éxitos como Ritmo, amor y materialismo dialéctico. La realidad desarma a la ficción cuando nos enteramos de que los montos adoptaron la fórmula del "empleado del mes" sorteando metralletas entre los militantes que habían realizado más operativos.

Los montoneros crearon el empleado del mes para los militantes con más 'operativos'

No es cosa fácil resumir el sumario de Viernes Peronistas, donde un cuarteto de reputados periodistas que desean permanecer en el anonimato alterna anuncios reinventados a la manera situacionista ("Ford Falcon, el automóvil AAA: amplio baúl con capacidad para 3 o más subversivos; gran versatilidad: para la familia, para el trabajo"), recortables ("Vista a su montonerita"), secciones fijas ("Increíble Perón cierto") y crónicas paranoico-críticas como la que relaciona, olé talento, la teoría justicialista de la Tercera Posición con el invento de las gafas 3D y los experimentos nazis sobre el significante de la gama cromática. Pero lo mejor de Viernes Peronistas es que ofrece toneladas de información y un scoop fenomenal, la apasionante serie Superhijitos, extensas y muy reveladoras entrevistas con tres hijos de montoneros que cuentan su infancia en la clandestinidad: el hijo del jefazo Firmenich, el del disidente Bonasso (director del diario Noticias y autor del fundamental Recuerdo de la muerte) y la escritora Laura Alcoba, hija de los editores de la revista Evita Montonera. Es formidable su fervor familiar, su compromiso y su ausencia de reproches retrospectivos, aunque sorprende un poco (única pega) que en las preguntas no aparezca el menor cuestionamiento de la lucha armada ni su posible contribución a la escalada represiva. Por otro lado, la sección Figuritas peronistas, 50 retratos al minuto de héroes y hampones de la época, es toda una lección de periodismo narrativo, con historias tan tremendas (y ejemplares) como las de Tucho Valenzuela, Cipriano Reyes, Vicky Walsh o Hector Germán Oesterheld, cada uno de los cuales podría ser protagonista de un peliculón o de una novela de Osvaldo Soriano. Tampoco tienen un átomo de grasa las suculentas conversaciones con maestros como Martín Caparrós (¿se publicará en España algún día La voluntad, esa cumbre del periodismo de investigación que escribió con Eduardo Anguita?), Marcelo Larraquy, autor de otro libro esencial (Galimberti, con Roberto Caballero, editado por Aguilar pero me temo que descatalogadísimo) y Horacio Vázquez Rial, que comparece aquí como escritor y viejo militante de ERP para contar su peripecia sin pelos en la lengua. Es la entrevista más explosiva, con datos, mayormente económicos, que cortan el hipo, desde las cinco fábricas de armas de los montoneros, el dineral que se desvió a través de David Graiver y la empresa Papel Prensa ("hice la cuenta y estimo que llegarían a 300 millones de dólares") y el millón que, según Vázquez Rial, se llevó Juan Gelman ("y dijo que se lo volvería a llevar"). He aprendido muchas cosas leyendo Viernes Peronistas. Tengo verdadera curiosidad por saber cómo se recibirá en Argentina.

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