Precine
No es posible hacer un comentario crítico de hacerlo sería una simulación sobre un filme que no alcanza calidades mínimas para ser considerado como verdadero cine y se queda en conato intencional de él.En casos así, el filme no puede ser objetivamente analizado ni subjetivamente valorado; de desencadenar un esfuerzo especulativo ni de levantar una pasión adversa o favorable. Quien firma estas líneas ha asistido a dos proyecciones de Caso cerrado, buscando en ambas cine. No lo ha encontrado y, por ello, tampoco encuentra manera de hacer un análisis de sus formas y, apoyado en él, aventurar estimaciones valorativas de sus contenidos.
Caso cerrado es uno de esos fenómenos frecuentes en la industria cinematográfica en los que, tras de su visión, una película no provoca otra respuesta que el silencio. Se protesta contra lo que molesta. Se aplaude a lo que agrada. ¿Pero qué reacción cabe ante lo que no existe?. Caso cerrado es una cinta de celuloide fotografiada en color, de 35 milímetros de ancho y muchos centenares de metros de largo. Está realizada por técnicos del oficio de hacer cine. Proyectada en una pantalla parece cine, pero contemplada se descubre que no alcanza a serlo. Se queda en intento de cine, en precine.
Caso cerrado
Director: Juan Caño Arecha. Guión: Gonzalo Goicoechea y Juan Caño Arecha. Fotografía: Alfredo F. Mayo, Música: Luis Mendo. Producción: Tango Films. Española, 1985. Intérpretes: Pepa Flores, Patxi Bisquert, Encarna Paso, Fernando Delgado, Isabel Mestres. Estreno en Madrid: cines Palafox, Vaguada y Cristal.
Caso cerrado quiere narrar una historia y sólo la enuncia; busca que esta historia -fotografiada, pero no representada- discurra sobre movimientos y palabras de entes de ficción llamados personajes, pero éstos no logran tener existencia autónoma respecto de quienes los idean e interpretan y, por consiguiente, no llegan a ser tales personajes.
Caso cerrado intenta reconstruir un suceso que desevela podredumbre tras de fachadas aparentemente limpias de la democracia española. Insistimos: intenta. La intención se apoya en posturas ideológicas de izquierda. Pero en cine no se es de izquierda con las intenciones, sino con los resultados materiales de estas. Los autores del filme son, en su ideología personal, izquierdistas; pero su filme no.
Ya que estamos metidos en berengenales sobre el izquierdismo en el cine, permítasenos parafrasear -con perdón por la osadía de acomodar palabras grandes a una pequeñez- a Lenin: "La voluntad de hacer unfilme revolucionario es sólo vida privada mientras no se sepa cómo hay que hacerlo"; y, aún más radical, a Trotski: "Hay algo peor que no hacer un filme revolucionario: hacerlo mal". Caso cerrado, aunque tenga las más firmes y honorables intenciones izquierdistas, es un regalo para la derecha, a la que ofrece la posibilidad de identificar izquierdismo con incompetencia.
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