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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los hermanos pescadores

Resulta muy normal, sobre todo dentro del cine norteamericano, que un gran director comience trabajando como actor y luego, paulatinamente, deje su primera profesión por la segunda. También es corriente que una. estrella en la cima de su carrera decida empezar una actividad paralela como realizador, pero en este caso sus filmes como director siempre suelen ser muy inferiores a las que hace como actor.Éste es el caso de Robert Refford, que, una vez convertido en uno de los grandes actores del cine norteamericano contemporáneo, tras, 20 años de profesión, comienza a dirigir películas.

Lo que es anormal es que su primera producción, Gente corriente (1980), una especie de aburrido folletón televisivo, gane varios oscars y tenga un incomprensible éxito.

El río de la vida

Director: Robert Redford. Guionista: Richard Friedenberg. Fotografía: Philippe Rousselot. Música: Mark Isham. Estados Unidos, 1992. Intérpretes: Craig Sheffer, Brad Pitt, Tom Skerritt, Brenda Blethyn y Ernily Lloyd. Estreno en Madrid: Arte Multisalas, Multicines Pozuelo, Alcalá Multicines, Paz, Real Cinema, Palacio de la Prensa, Vaguada, Ideal (V. O.).

El Oscar le anima a seguir con Un lugar llamado Milagro (1988), una fracasada parábola en tono de comedia sobre ricos y pobres, ambientada en un pueblecito casi mexicano. Y ahora continúa con El río de la vida, una plúmbea adaptación de dos interminables horas de duración de una famosa novela autobiográfica de Norman MacLean.

Es indudable que a lo largo de estos 12 años y estas tres películas Robert Redford ha aprendido algo. Ya tiene algunas nociones de planificación y cierto arte para dirigir actores pero, como demostró en las dos ocasiones anteriores, sigue siendo incapaz, no ya de narrar una historia, sino también de dotarla de un mínimo de vida.

Además de que los planos y las escenas siempre resultan demasiado largos, repetitivos, tiene la mala costumbre de que en cada secuencia se haga referencia a la anterior y se cuente lo que- va a ocurrir en la siguiente.

Diapositivas

Y, por si fuese poco, sobre todo el largo comienzo y el inacabable final de El río de la vida tiene tal exceso de voz en off que más que una película parece una conferencia con diapositivas.Es indudable que las escenas de pesca están muy bien rodadas, posiblemente nunca se hayan visto en cine escenas de pesca tan buenas como las de El río de la vida, pero resulta que hay media docena y todas son iguales. Y además esto no basta para hacer creíble, para dotar de un mínimo atractivo a la vida de una tradicional y aburrida familia norteamericana que vive en un perdido pueblecito de Montaña entre 1910 y 1935.

El problema no reside, como ocurre siempre, en lo que se cuenta, sino en la manera de contarlo. Mientras que con estos mismos ingredientes el novelista Norman MacLean consigue una historia con bastante atractivo, el cineasta Robert Redford fracasa en todos los frentes.

Y, además, Graig Sheffer, el actor elegido como protagonista absoluto para encamar al mismísimo Norman MacLean, resulta demasiado inexpresivo, en ningún momento logra transmitir lo que lleva dentro el personaje.

De manera que destaca de forma negativa frente al resto de un reparto demasiado apagado, desde Brad Pitt, en el papel de hermano menor, hasta Emily Lloyd, en el de prometida del hermano mayor.

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