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62ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID

Rafael Borràs relata en sus memorias 20 duros años de edición en el franquismo

'La batalla de Waterloo' recorre la trayectoria del veterano editor entre 1951 y 1973

Rafael Borràs (Barcelona, 1935) es la memoria de la edición española de los últimos 50 años y sigue en activo. En La batalla de Waterloo (Ediciones B) da cuenta no sólo de lo que han sido los primeros 22 años de su carrera profesional, sino que hace un certero retrato de la España franquista, en la que él, como otros editores, lucharon por horizontes de libertad.

Borràs empezó a trabajar como "aprendiz de librero" en 1951. Tres años después se sumergió en el mundo editorial: en Juventud, Caralt, Plaza, Teide, Ariel, Alfaguara (en la época de Cela). En 1967 se incorporó a Nauta. En 1973 le propuso a José Manuel Lara Hernández la colección Espejo de España. "Contra toda previsión humana y divina, partí de la idea de que Franco no era inmortal y nos propusimos publicar testimonios inéditos, como las memorias de Alcalá Zamora o libros del exilio, como el de Manuel Tabueña. Más adelante sacamos los de los protagonistas de la transición, de Areilza o de Carrillo".

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Espejo de España acogió textos de quienes perdieron la guerra y también de quienes la ganaron. "Creo que hoy no se puede escribir la historia de España sin tener como referente la colección Espejo".

Cuenta Borràs en sus memorias que José Manuel Lara Bosch, el actual consejero delegado de Planeta, creyó que no era la persona adecuada para montar esa colección. Curiosamente, fue también Lara Bosch quien poco después le ofreció la dirección de Planeta.

Veintidós años trabajó en esta editorial. "Me fui de Planeta no por iniciativa mía, sino porque hubo alguien ajeno a la familia Lara que debió considerar que yo ya estaba amortizado".

¿Es verdad que le dieron 100 millones de pesetas? "Siempre se exagera, pero, en cualquier caso, no me regalaron nada". Todo eso lo contará en el segundo volumen de sus memorias, que promete para febrero de 2004.

Uno de los problemas que Rafael Borràs sufrió como editor fue la censura. "Cuando estaba en Nauta publicábamos una enciclopedia femenina en varios volúmenes: el Gran libro de la casa, el del bebé, el de la decoración. Cuando llegamos al de la sexualidad decidimos ilustrarlo con reproducciones de cuadros y esculturas. Pero había un desnudo de Modigliani que molestó a la mala bestia de un censor de Madrid, Faustino G. Sánchez Marín. Puso el grito en el cielo y amenazó con que todo el peso de la ley caería sobre Nauta".

También tuvo dificultades con Diez figuras de la República ante la guerra civil, de Carlos Rojas. "Aparecía gente como Ortega, Unamuno, Pasionaria, Azaña... y también José Antonio Primo de Rivera. Y eso no pasó. ¿Primo de Rivera republicano? Intentamos explicarles que no era republicano, pero que fundó su partido durante la República. No hubo nada que hacer. Tuvimos que cambiar el título: Diez figuras ante la guerra civil".

"Muerto Franco, ya con Adolfo Suárez en el Gobierno, persistieron algunos tics represores. Recuerdo el libro de Eduardo de Guzmán La II República fue así. Como era lógico, pusimos en la portada la bandera republicana. Se armó la de Dios es Cristo y tuvimos que tapar la franja violeta con papel blanco".

En La batalla de Waterloo hay mucho más que historias de editores. Hay, como dice Borràs, un análisis "políticamente incorrecto" sobre lo que fue la República, la guerra, la posguerra, la transición.

"La II República fue una gran esperanza, un intento de modernizar España, de ponerla a la hora de Europa. Los sublevados en julio del 36 se la cargaron. Y tuvimos el desastre de la guerra incivil y fratricida, cuyas consecuencia hemos padecido tanto la gente de mi generación. No estoy seguro de que lo hayamos superado totalmente".

"He querido reflexionar también sobre la miseria moral del franquismo y sobre las limitaciones de la transición, que no fue otra cosa que una transacción entre dos debilidades. La de los franquistas reformistas, como Adolfo Suárez y Martín Villa, que intentaron que todo cambiara para que todo siguiera igual, y la de las diferentes oposiciones, conscientes de que no eran capaces de asaltar no ya el Palacio de Invierno, sino ni siquiera el chalet de verano".

Rafael Borràs, ayer en Madrid.
Rafael Borràs, ayer en Madrid.LUIS MAGÁN
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