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'Rigoletto' exhibe su vigencia en La Fenice

Matheuz dirige una vibrante versión de la ópera de Verdi donde se estrenó

La Fenice de Venecia es un teatro con historia. Allí se estrenaron óperas como Rigoletto, La traviata o Simon Boccanegra, de Verdi. Son títulos que se recrean continuamente en el coqueto teatro, como también se representan, aunque sea más ocasionalmente La vuelta de tuerca, de Benjamin Britten, o Intolleranza 1960, de Luigi Nono, estrenadas asimismo en Venecia y recientemente representadas en La Fenice. A propósito de esta última hay actualmente una magnífica exposición sobre el estreno absoluto en la Fundación Emilio Vedova, situada en la misma calle donde vivió el extraordinario compositor veneciano.

El pasado viernes comenzó una nueva serie de representaciones de Rigoletto, en una puesta en escena sobria y estilizada de Daniele Abbado, con escenografía de Alison Chitty. El foco mayor de interés estaba esta vez en la dirección de orquesta: Diego Matheuz asumía por primera vez en Europa la responsabilidad de una première de ópera en un teatro de solera. Matheuz tiene 26 años y ha salido de la cantera del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, impulsado por José Antonio Abreu. Matheuz nació en Barquisimeto, como Gustavo Dudamel, su primer maestro, de 30 años en la actualidad, titular de la Filarmónica de Los Ángeles y único director invitado por Simon Rattle para ponerse al frente de la Filarmónica de Berlín en el próximo Festival de Pascua de Salzburgo. Rigoletto es la única ópera que hasta ahora ha dirigido. Primero fue en La Fenice en octubre de 2010 en las dos últimas representaciones de una serie llevada fundamentalmente por Myung-Whun Chung. El mes pasado la dirigió en una de las salas del teatro Teresa Carreño de Caracas y ahora vuelve con todos los honores a Venecia para poner en pie cuatro funciones y complementarlas con un par de conciertos sinfónicos dedicados a Mozart y Mahler. Matheuz se ha curtido en la dirección de orquesta especialmente con Claudio Abbado y ha colaborado básicamente, además de con la Simón Bolívar de Venezuela, con la Orquesta Mozart de Bolonia.

La puesta en escena es de Daniele Abbado con escenografía de Alison Chitty

El éxito, vaya por delante, ha sido arrollador. Matheuz tiene sensibilidad teatral y un gran instinto lírico-dramático. La ópera parecía un escollo más difícil de salvar que el puramente sinfónico en un planteamiento musical como el del Sistema de Orquestas Juveniles venezolano. Pero él lo ha resuelto con naturalidad. Hasta personalidades tan exigentes de la musicología italiana como el doctor Mario Messinis se deshacían en elogios de la bravura del joven maestro. Para el Sistema venezolano este nuevo éxito es un reconocimiento sumamente importante que reafirma su validez musical además de la social.

Otro triunfador de la noche fue el griego Dimitri Platanias como Rigoletto. De voz poderosa y temperamento dramático sacó a la luz con autoridad el lado más trágico del personaje del bufón. En una línea muy diferente a predecesores suyos en este teatro, como Leo Nucci o Piero Cappuccilli, enfatizó el dolor y desolación por encima del cinismo y la hipocresía del personaje. Eric Cutler -que recientemente cantó en Los hugonotes, de Meyerbeer, en el Teatro Real de Madrid- hizo una plausible interpretación del Duque de Mantua y Ekaterina Sadovnikova extrajo de Gilda sus acentos más sensibles y ligeros.

La geometría y la luz fueron las dos bazas más poéticas de una dirección de escena de intencionada atemporalidad en la ambientación, con una sofisticación tal vez exagerada en las escenas festivas de conjunto y con una conseguida eficacia en la transmisión de los sentimientos en las escenas íntimas. El público reaccionó al final con mucho calor. Rigoletto sigue causando el mismo impacto que siempre. Se estrenó en 1851, pero podía haberse visto por primera vez ayer mismo. Su música es de una intensidad fuera de serie y el tema de "la conciencia como trampa", como le gustaba decir a propósito de esta ópera a Carlos Castilla del Pino, mantiene intacto su magnetismo.

Momento de la representación del<i> Rigoletto</i> de Matheuz en el teatro La Fenice de Venecia.
Momento de la representación del Rigoletto de Matheuz en el teatro La Fenice de Venecia.MICHELE CROSERA
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