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El epitafio escrito en la tumba de Sciascia plantea un enigma a los intelectuales italianos

Homenajes al autor de 'Todo modo' en su país, en el primer aniversario de su muerte

Leonardo Sciascia, el escritor siciliano discípulo literario de Pirandello, fallecido hace un año, el 19 de noviembre, ha dejado en su tumba la última de tantas tramas de intriga de las que están llenas sus obras. El epitafio que hizo grabar sobre su tumba ha despertado la curiosidad y el interés de los intelectuales italianos, que no aciertan a descifrar su significado. El autor de Todo modo y El caballero y la muerte recibirá en estas fechas varios homenajes, como el que le ofrece el prestigioso Premio Pirandello. En España está a punto de salir a la venta el libro Horas de España, con un texto de Sciascia.

La frase que hizo escribir sobre la losa de mármol apoyada sobre la tierra desnuda que recubre sus restos mortales en el minúsculo y viejo cementerio de Racalmuto, dice, según su última voluntad, lo siguiente: "Nos acordaremos, de este planeta". Así, con la coma entre las palabras acordaremos y de.Pocos de los tantos amigos y admiradores que han desfilado en este año por la tumba del gran escritor que entabló su propia guerra contra la Mafia se han atrevido a hacer una interpretación sobre dicha frase sibilina y misteriosa.

Pocos días antes de su muerte, que él presentía cercana, le entregó a su esposa, Maria Andronico, un trocito de papel con la frase escrita a mano con su limpia y menuda caligrafía, explicándole que deseaba que dicha frase se escribiera sobre su tumba, pero rogándole al mismo tiempo que la aprendiese de memoria y que después quemase el papel, cosa que Maria hizo, turbada por dentro, pero sin traicionar ante él la emoción, como sin darle importancia.

Esa frase pertenece a la literatura francesa, al mundo literario francés que Sciascia tanto amaba. Pero existe un pequeño misterio en esas palabras, un profundo interrogante. Durante años no se ha sabido si fue Philippe-Auguste-Mathias Villiers de l'Isle-Adam o bien Jules-Amédée Barbey d'Aureville, ambos escritores del 1800 y ambos seducidos por los simbolismos cristianos o por el ocultismo, los autores de dicha frase.

Contra la opinión de Paul Renucci, que escribió sobre el asunto en la presentación que hizo a la edición de las obras completas de teatro de Pirandello, publicadas en la colección de La Pléiade de la editorial Gallimard en 1977, Mario Fusco, profesor de la Sorbone Nouvelle y traductor de Sciascia, ha indicado recientemente a la viuda del escritor, que le había pedido aclaración sobre aquella frase, que, en efecto, era Villiers quien la utilizaba de vez en cuando.

Y existe un antecedente significativo. Sciascia había comprado en uno de sus frecuentes viajes a París, una extraña estampa gigante de Villiers, una especie de recuerdo funerario repleto de símbolos (lirios cortados, ángeles, cipreses, amapolas), que el escritor siciliano había enviado a enmarcar y que conservaba colgado en un rincón de su despacho.

Se puede, pues, deducir que por lo menos Sciascia tuvo en su vida curiosidad por un personaje contradictorio como lo fue Villiers, hasta el punto de desear que figurara aquella frase tan sibilina sobre su tumba.

Una frase que puede constituir una despedida irónica de la vida, pero que puede sugerir también reflexiones amargas para los amigos que en el primer aniversario de su muerte se encontrarán en Racalmuto para la entrega de uno de los pocos premios que él estimaba: el Premio Pirandello, un autor del que Sciascia se honraba de "haber leído y releído".

Pensamientos cercanos

Como homenaje a Sciascia, por vez primera en 14 años la ceremonia de la entrega del prestigioso Premio Pirandello, del que el autor de Cándido fue presidente desde su fundación, no tendrá lugar en Palermo, sino en Racalmuto, a dos pasos de la Girgenti pirandeliana y ciudad natal de Sciascia. Se ha querido de este modo honrar al escritor más cercano al gran Pirandello, al intelectual que tanto amó la cultura de Italia, Francia y España.

Precisamente ha sido Claude Ambroise quien, tras la muerte del escritor siciliano, ha hecho una importante reflexión acerca de la relación que existe ahora entre Sciascia y sus libros, afirmando que interrogarse sobre sus escritos, mucho más de lo que suele ocurrir con los de otros escritores fallecidos, resulta distinto de cuando sus textos podían "confrontarse con su presencia".

El sobrio escritor que había sido una especie de voz de la conciencia del país, ha querido dejar como único e inquietante recuerdo sobre su tumba, con sólo cinco palabras y una coma, un enigma divertido y profundo, como todo lo que él escribió y realizó hasta el punto final de su vida.

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