Cromo negro
Una película de Ridley Scott siempre crea expectación. Los duelistas, Alien y Blade Runner son sus triunfos; Legend, su fracaso. La sombra del testigo, se queda a medias.Anunciada como thriller romántico, esto es negado por su final convencional. Iniciado en el cine publicitario, donde en mínimo tiempo hay que dar el máximo de información, Scott conoce la efectividad del impacto visual, lo que, aliado a su imaginación ornamental, obtiene tensión dramática de la trama del filme, aunque a veces caiga en la tentación del formalismo y la frialdad.
Los poderosos escenarios urbanos donde el filme transcurre y los singulares protagonistas que los habitan, vuelven a plantear una constante del cine de Scott: la base de la pirámide social ha de solucionar los problemas que sufre su cúspide.
La sombra del testigo
Dirección: Ridley Scott. Guión: H. Franklin. Estados Unidos, 1987.Intérpretes: Tom Berenger, Mimi Rodgers, L. Bracco, Jerry Orbach, John Rubinstein, Andreas Katsulas, Harlan Cary Poe. Estreno: Palafox, Cristal, Alexandra (versión original).
La banda sonora, otro factor mimado por el director británico, en esta ocasión se sustenta emotivamente en varias canciones, entre las que destaca la composición de los hermanos Gershwin que da título original a la película. En cuanto al desarrollo de la doble acción sentimental y policiaca (donde están presentes algunas referencias de cinemateca, la más obvia es a la secuencia de los espejos de La dama de Shanghai), sufre el lastre de un desenlace archisabido y, por tanto, en conflicto con la pretensión de originalidad que hay detrás de él.
Someone to Watch over Me cuenta con las bazas favorables del inquietante físico de Mimi Rodgers, y algunos diálogos teñidos de humor por el guionista Howard Franklin -adaptador fílmico de El nombre de la rosa- que denuncian en ocasiones un sistema social opresor.
Pero, en definitiva, la película evidencia mayores valores formales que conceptuales, por lo que resulta algo dislocada, aunque el exultante esteticismo de algunos momentos embauque tanto como frustra la llegada de su insatisfactorio final.
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