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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El instinto maternal

Baby boom, ramplonamente rebautizada en su estreno español como Baby, tú vales mucho, es un digno ejemplo del actual cine comercial norteamericano. El perfecto triángulo que forman aquí dirección, guión y producción está ensamblado armónicamente por la pareja Shyer-Meyers, encerrando tres ingredientes propicios al éxito popular: un género, una actriz y una moda.La comedia, el protagonismo absoluto de Diane Keaton y la moda de los bebés, que tan buen juego está dando en las taquillas estadounidenses -Tres hombres y un bebé, She's having a baby-, son los pilares argumentales de esta narración fílmica que nos presenta a una triunfal consejera ejecutiva, conocida como la tigresa por su agresividad en los negocios. Un buen día la imagen de la triunfadora se tambaleará, pues después de heredar un bebé su instinto maternal conseguirá que abandone todo lo que había conseguido.

Baby, tú vales mucho

Director Charles Shyer. Guión: Nancy Meyers y Charles Shyer. Fotografía: William A. Fraker. Música: Steve Hope. Producción: Nancy Meyers. EE UU, 1987. Intérpretes: Diane Keaton, Harold Ramis, Sam Wanamaker, James Spader, Sam Shepard, Kristina y Michelle Kennedy, Pat Hingle, Kiin Sebastian, Mary Gross. Salas de estreno en Madrid: Coliseum, La Vaguada 2, Torre de Madrid (versión original).

Así, después de demostrarnos la capacidad femenina para ganar las más duras batallas en los selváticos despachos neoyorquinos, el escenario se trasladará al campo de Vermont, donde asumirá un papel de mujer propio de la sociedad machista.

Allí triunfará sobre un medio hostil para su educación urbana, se enamorará, se sentirá realizada como madre adoptiva e incluso, como en las comedias de Frank Capra, renunciará a una fortuna por la presumible paz hogareña que la espera.

Tres melodías

Desde su llegada a la casa de campo, los problemas, el desahogo económico y el romance (momentos perfectamente resumidos en el encadenamiento sucesivo de tres melodías: I'll never smile again, Pennies from heaven y Moonlight in Vermont) se utilizan como contraste al mundo competitivo del asfalto de la gran ciudad, flotando en el aire del final fílmico cierta llamada para que las mujeres vuelvan al hogar y cuiden a sus hijos, que son el mayor tesoro posible. Todo ello coherente con los productos de la última hornada de Hollywood que avisan sobre los peligros que acechan fuera del hogar.Mensajitos al margen, Diane Keaton es la protagonista absoluta, y ofrece un recital apoyado en su insistencia gestual y mirada sonriente, haciendo creíble la peripecia emocional de la ejecutiva modélica que es vencida / traicionada por el instinto maternal.

Pero además de su presencia, el filme se sirve de dos vehículos seguros para alcanzar la credibilidad que busca el producto: los diálogos y la fotografía. Ésta, diferencia su tonalidad sin franquear la frontera que conduce al chirrido, y crea una gradación emotiva en los ambientes contrarios donde transcurre la peripecia cinematográfica; y aquellos, vivos y precisos, definiendo con prontitud a los actores que los recitan. Ambos, más allá del resultado artístico, son testigos de la prepotente industria de Hollywood.

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