Estupor

El estreno de Para siempre (Always), remake de un film de Victor Fleming que desconozco titulado A quy named Joe, escrito por Dalton Trumbo, y protagonizado, en 1943, por Spencer Tracy e Irene Dunne, viene a probar una vez más que el niño prodigio de Hollywood es menos prodigioso a mdida que deja de ser niño.Para siempre produce verdadero estupor. Es difícil comprender una retahíla de errores tan larga. Los actores están mal escogidos. Holly, Hunter no despierta ternura y John Goodman es un gordinflón más repugnante que simpático. Convertir una historia de heroicos aviadores en un asunto de bomberos profesionales que utilizan los hidroaviones para apagar incendios significa no comprender ni lo es la guerra ni lo que es un trabajo remunerado, por arriesgado que sea.

Ni una sola de las secuencias tiene un tempo correcto, casi siempre demasiado lento y alargadas las situaciones de manera ridícula. El punto de vista del cineasta, que sin duda quiere emocionar a los niños de hoy como Spencer Tracy le emocionó a él, fuerza el espiritu del relato hasta extremos inconcebibles. Así, por ejemplo, al principio, quiere retomar el clima de camaradería entre los; pilotos de guerra y presenta a los bomberos como una mezcla de boy-scouts y, enanitos de Blancanieves, todos ansiosos por bailar con la princesa. Esta, para mas inri, lleva un traje blanco muy ajustado que se adapta muy mal al clima asexuado y, angelical del momento.

El tema musical El humo ciega tus ojos es, en una historia de bomberos, un chiste tonto. Las secuencias de acción están tan bien rodadas como un spot de tabaco rubio americano. En definitiva, si después de ver Para siempre alguien en quien confíamos sigue manteniendo que el cine USA contemporáneo es mucho más interesante que el francés, italiano, español o andorrano, habrá que dudar del valor de esa confianza.