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Sergio Ramírez narra "la épica oculta" de la revolución sandinista

El escritor publica 'Sombras nada más', historia de la captura de un poderoso somocista

Elsa Fernández-Santos

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) asegura que ha necesitado tiempo y distancia para escribir sobre una revolución de la que fue testigo y parte. Vicepresidente sandinista en el quinquenio 1985-1990, Ramírez narra en su última novela, Sombras nada más (Alfaguara), un episodio poco conocido de los años de la insurrección que acabó con Somoza. Sin más documentación que "los recuerdos y la imaginación", el escritor afirma que le interesan más "los pequeños acontecimientos, la épica oculta, esa en la que nadie se fija".

"Esta novela nace de un recuerdo perdido, de un vago recuerdo". Sergio Ramírez explica que el episodio que narra Sombras nada más ocurrió poco antes del triunfo de la revolución sandinista. "Fue algo que me impactó mucho. Ocurrió semanas antes del triunfo de la revolución: fue el juicio a un viejo funcionario del régimen de Somoza, y transcurrió dentro de la vorágine de aquel momento. Me puse a escribir sobre aquel recuerdo sin meditación, escribí porque sentía que conocía aquella época, aquella atmósfera. Fui contemporáneo de los hechos, conocía el escenario y la escenografía".

Ramírez utiliza elementos documentales pero niega que ésta sea una novela "documental o documentada". "He hablado con gente, claro, me he interesado por detalles, pero a eso no lo llamo yo documentarse. Quería defender lo que yo recordaba de entonces, defender lo que había imaginado. El juicio fue real, ocurrió en una escuela pública, una escuela que yo he convertido en casa cural. Pero ésta es una novela de ficción, que nadie se confunda. De hecho, cada uno de los testigos de aquel suceso con los que he hablado lo recuerda a su manera. Por eso creo que la imaginación lograba mejor lo que yo quería decir que los hechos".

Sombras nada más cuenta la historia de un destacado somocista llamado Alirio Martinica, que llega a ser secretario del dictador y confidente de su amante. Un esbirro en la sombra que un día ("capricho de los poderosos") fue apartado del poder. Martinica, a diferencia de otros somocistas, decide no huir a Miami. Capturado por los guerrilleros en 1979, es sometido a un interrogatorio primero y a un juicio popular después, en el que la máxima sandinista (una revolución humanista sin paredón) se tambalea.

Oscuridades y trampas

"¿El poder? El poder me fascina, es un juego perverso y apasionante", dice el escritor. "Sus reglas, trampas y oscuridades son milenarias. No cambian. Pueden aplicarse a cualquier sistema político".

"Nadie", añade Ramírez, "puede negar el poder del poder. Es una fuerza del destino que se puede manipular. Los tres guerrilleros que en la novela atrapan a Alirio Martinica están jugando al poder, juegan al poder sobre el poderoso, y es fascinante ver cómo el poder mueve y cambia las vidas de las personas aunque las personas no lo quieran. El poder me sirve para desmitificar a los personajes. Eso que nos hace suponer que un guerrillero que baja de la montaña sea un santo cuando los guerrilleros también son seres humanos y también capaces de cualquier cosa".

Ramírez (primer premio Alfaguara de Novela con Margarita está linda la mar en 1998) asegura que hoy tiene la distancia suficiente para poder escribir sobre una época que le toca demasiado cerca. Vicepresidente sandinista ("Ésa es una referencia permanente que tengo que afrontar"), el escritor -que más tarde criticó cómo el exceso de autoritarismo acabó con los ideales de sus viejos camaradas- cree que ha logrado el punto de vista ("omnisciente") que buscaba.

"La mayor dificultad está en establecer esa distancia, no quería que la novela tuviera tintes ideológicos. Elegí un punto de vista omnisciente para acercarme lo más posible al personaje principal". Para el escritor, no hay peligro en esa "distancia" que se ha impuesto: "Que el lector tome su parte, no quiero inducirlo, que decida él, las novelas de tesis hoy no me resultan atractivas".

"Para mí, dentro de los acontecimentos que ocurrieron antes del derrocamiento de Somoza está la gran épica de la revolución", continúa Ramírez. "Aquella gran épica fue la de las batallas y luchas, pero dentro de todo aquello también está la épica oculta, los acontecimientos en los que nadie se fija. Yo cuento una historia que se sitúa en un rincón del tablero. La épica pequeña de la historia, ésa que no cambia la historia pero que se suma a lo que ocurre. Esa épica me interesa especialmente".

Más profesional

Sergio Ramírez habla de la búsqueda de "minuciosidad, precisión y exactitud". "Yo quiero que los escenarios se puedan tocar, que estén ahí, algo que depende de la elaboración y de la imaginería, del uso sabio de los detalles. Al final, la misión del escritor es convencer de que las mentiras son verdaderas". "Para mí", añade el autor, "ésta es una novela que abona mi carrera literaria, me he impuesto un trabajo muy reflexivo sobre el lenguaje y sobre la composición. Le he dado mucha dedicación, no me he quedado satisfecho fácilmente y he corregido sin parar. Con esta novela me siento más profesional".

Sombras nada más es para Sergio Ramírez una novela sobre el amor, la locura y la muerte. Escribe en el libro: "Antes que nada, espero que nunca te vayas a burlar del final que tuvo Alirio Martinica, un hombre escabroso, es cierto, muy dado a sus fatuidades, pero que tuvo su calvario, y todo aquel que tiene un calvario merece que se le guarde compasión".

Sergio Ramírez, ayer en Madrid.
Sergio Ramírez, ayer en Madrid.GORKA LEJARCEGI

"Lula es el experimento clave"

"Yo no puedo dejar de opinar", dice Sergio Ramírez, alejado desde hace seis años de una vida política que, dice, ya no le tienta. "Se había perdido la costumbre de que los artistas y los escritores opinaran y ahora parece que eso produce cierto calambre".

Ramírez llegó el domingo a Madrid, anoche presentó su novela en la Casa de América y pasará unos días en Barcelona.

Habla de la situación de Argentina: "Hoy he desayunado con Alberto Manguel y era terrible escucharle lo que cuenta de Argentina, esa metamorfosis de un pueblo, ese proceso vergonzoso y penoso de un pueblo obligado a ser prostituta y mendigo".

Ve la esperanza que supone Brasil para el futuro mapa político de Latinoamérica: "Es una situación compleja porque los grandes problemas de Lula vendrán de la propia izquierda. El movimiento de Los Sin Tierra está ahora tomando las fincas y le han dado dos meses de plazo al Gobierno. Eso es absurdo, pero es su propia gente. Las grandes dificultades de Brasil vendrán de los que quieren cambios radicales que no se van a dar. El gran éxito de Lula sería lograr los cambios de la economía sin producir grandes trastornos en la economía".

"Si Lula demuestra que puede gobernar con consenso, eso sería muy importante para muchos partidos y alianzas de izquierda que llegarían entonces a gobernar en América. Si fracasa pasarán muchos años sin que un partido de izquierdas vuelva a gobernar. Lula es el experimento clave".

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Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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