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Entrevista:MICHAEL CHABON | Escritor

"Sherlock Holmes no sería infalible en el siglo XXI"

Es la segunda resurrección de Sherlock Holmes. De la primera se encargó su asesino y autor, Arthur Conan Doyle, quien, hastiado del personaje -monstruo- que había creado, lo mató en el relato corto El problema final incluido en Las memorias de Sherlock Holmes. Sin embargo, el éxito de Holmes le obligó a devolverle la vida poco después.

La segunda resurrección se la debe a un admirador, el escritor estadounidense Michael Chabon (Washington, 1963), quien le coloca en el centro de la trama de la novela -también corta- La solución final (Mondadori). "El universo de Arthur Conan Doyle fue decisivo para mí", apunta. Y tanto. A los 10 años tuvo que escribir un relato para su clase de literatura; era una historia detectivesca y su protagonista no era otro que Sherlock Holmes. Sacó un sobresaliente y decidió que lo suyo era la escritura.

"En el periodo victoriano se creían capaces de resolver todos los misterios; en cambio, en nuestra era el desconocimiento lo domina todo"
"Soy judío y me tocó crecer en una época en la que la guerra estaba por todas partes, en el cine, los libros... Es un arsenal inagotable"
"No eres un escritor judío-norteamericano hasta que no te castiga una parte de la comunidad judía, yo he recibido mi castigo. Fue un honor"

Su debut, Los misterios de Pittsburgh (1988), pasó con nota. Estuvo cinco años atascado con una novela, Fountain City, que ni publicó ni publicará (en esa época se curaba la frustración con la escritura de relatos cortos para The New Yorker), y le salvó de la desesperación la segunda, Chicos prodigiosos. Las siguientes, Un mundo modelo y Jóvenes hombres lobo, también funcionaron bien; buenas críticas, mejores ventas, pero su graduación -literaria- llegaría con Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, dos primos que, en la balbuciente industria del cómic del Nueva York de los años cuarenta, crean un superhéroe judío que viaja a Europa para luchar contra Hitler. Fue -es- un best seller en toda regla, sobre todo desde que recibiera el Premio Pulitzer de Ficción en 2001. "El Pulitzer impresiona, claro, pero para mí fue una validación. No es un premio-losa, más bien todo lo contrario, me animó a seguir escribiendo". Y si nada se tuerce, Chabon cruza los dedos -"La verdad es que el proyecto está un tanto parado en estos momentos"-, las prodigiosas aventuras de Kavalier y Clay llegarán al cine. El escritor ya ha adaptado las 730 páginas de la novela, el director será Stephen Daldry (Billy Elliot, Las Horas) y los protagonistas, Tobey Maguire y Natalie Portman.

El Sherlock Holmes de Michael Chabon nunca revela su nombre y atiende al más genérico de anciano. Tiene 89 años, es aficionado a la apicultura, le pitan los oídos, le duelen las (huesudas) rodillas, es un tanto arisco y vive apartado del mundo en un cubículo lleno de "movedizos trastos de soltero". No ha perdido su olfato: cuando Linus Steinman -un niño mudo que se refugia en el Reino Unido huyendo del infierno de la Alemania nazi- entra en su vida acompañado de un extraño loro gris, enseguida se da cuenta de que ahí hay algo raro. Y lo hay: un misterio "relativamente sencillo" que el antaño infalible Holmes no logra resolver. "Ésa es la clave. En el periodo victoriano tenían otra postura frente al conocimiento, su manera de entender el mundo era distinta, se creían capaces de resolver todos los misterios posibles, nada escapaba a su conocimiento, pero Holmes ha sobrevivido a esa era y en la nuestra el desconocimiento lo domina todo. Él sigue siendo el mismo, pero los tiempos han cambiado, Sherlock Holmes no puede seguir siendo infalible en el siglo XXI, simplemente se limita a hacer lo que sabe: tratar de encontrar una solución", explica. Y fracasa. Pero, ¿el libro no era un homenaje a Holmes? "Aunque puede parecer una traición lo es, es un homenaje y una exploración de lo que significa para mí. Durante unos meses, me metí en la piel de Arthur Conan Doyle y en la mente de un personaje tan genial como Sherlock Holmes al que no le hace falta ganar siempre".

Así que, después de todo, ¿nada de solución final? "Sí, es cierto, no hay una solución al misterio, es un título un poco tramposo, lo reconozco, pero es lo que hay: muchas cosas escapan a nuestra razón", se justifica Chabon, que simultaneó la escritura de La solución final con la edición de dos libros de aventuras para McSweeney's, el guión de la segunda parte de Spiderman y una serie de relatos de espadachines, caballos, elefantes y huidas por los pelos para The New York Times Magazine.

"Todos somos detectives", sentencia Chabon. "Está en nuestra naturaleza ordenar la maraña de hechos que ocurren, de entender toda esa avalancha de información que nos acecha. Todos buscamos un significado para todo". En su caso, reconoce ir algo retrasado. Aún está intentando poner orden en todas las historias sobre el Holocausto que abarrotan su memoria. "No puedo evitarlo, soy judío, nací en 1963, me tocó crecer en una época en la que la guerra estaba por todas partes, en el cine, en los libros... Es un arsenal inagotable". Y en Estados Unidos ya es oficial: Chabon ya figura en las listas de narrativa judío-norteamericana. Como Philip Roth. "No eres un escritor judío-americano oficial hasta que no te castiga una parte de la comunidad judía; yo ya he recibido mi castigo y, la verdad, fue todo un honor".

El escritor norteamericano Michael Chabon.
El escritor norteamericano Michael Chabon.
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