Simple versión de un clásico

La producción británica Tom Jones.(1963), de Tony Richardson, irregular adaptación de la excelente novela clásica publicada en 1749, por Henry Fielding, consagra a su protagonista Albert Finney y alcanza un gran éxito al narrar las correrías eróticas de un joven e irresistible seductor en la Inglaterra del siglo XVII. Esto hace que poco después otros productores partan de la novela homónima de su contemporáneo Daniel Defoe, aparecida en 1722, para hacer Moll Flanders (1965), de Terence Young, que narra la licenciosa vida de una mujer del mismo signo, también en Inglaterra, protagonizada por la bella Kim Novak.Treinta años después, el guionista, productor y director norteamericano Pen Densham parte del personaje creado por Daniel Defoe para hacer una nueva versión de Moll Flandérs y ofrecerle un atractivo personaje a la bella mujer y, gran actriz Robin Wright. Sobre un guión donde queda muy poco de la obra original, construye una folletinesca historia, ambientada en el siglo XVIII y llena de acción, con una cuidada ambientación, pero muy poco más.

Folletín

Despojado de sus ricos ropajes literarios y entremezclados sus materiales dramáticos con el de otras historias similares, pero sin introducir ningún nuevo valor de tipo cinematográfico, esta versión de Moll Flanders tan sólo es un cuidado folletín de época. Frente a una dirección que no sabe dar ningún aliciente a los elementos que maneja y un muy desigual trabajo interpretativo, destaca un guión con una hábil estructura que entrelaza bien los diferentes elementos puestos en juego.Durante un largo viaje entre Inglaterra y Estados Unidos, un viejo criado negro lee un diario íntimo a la perdida hija de su ama, escrito por la protagonista y donde relata con minuciosidad su desgraciada vida. Esto permite a Pen Densham utilizar con habilidad la voz de fondo de su principal personaje, dar grandes saltos narrativos en el tiempo y que la niña se vaya haciendo a la. idea de su mala vida.

Sin embargo, el trabajo como guionista de Pen Densham no se ve reflejado en su demasiado fría y poco convincente realización, ni tampoco en su desigual dirección de actores. Lo mejor es la siempre atractiva presencia de Robin Wright, pero demasiado empeñada en demostrar que es una gran actriz, pierde gran parte de su tiempo en aparecer fea, desgreñada, harapienta y sucia. Del resto del reparto destaca el excelente actor negro Morgan Freeman, siempre perfecto en sus trabajos, pero en un papel muy por debajo de sus posibilidades, frente a una excesiva y teatral Stockard Channing.