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Crítica:CINE. "JACKIE BROWN"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Astuta vuelta de tuerca

Uno se siente descolocado ante un filme de Tarantino que nada tiene que ver con el tarantinismo, recuperación simplista del viejo género negro reducido a género rojo, a memez sangrienta de segura rentabilidad, pues atiende a la demanda de violencia que anida en gente, sobre todo muchachos, embarrancada en algún callejón sin salida del modelo de sociedad invasor y les hace vivir una respuesta balsámica ante el fetiche (aparentemente liberador, pero en realidad represor) de un killer reventador de seseras en pleno apostolado.Tarantino ha dado muestras de habilidad en las resoluciones de sus guiones, donde a veces logra hacer fácil lo difícil, pero no ocurre lo mismo en sus trabajos de dirección. Resorvoir dogs y Pulp fiction están demasiado colgados de la escritura, lo que les hace ser menos de lo que, parecen, cine efímero. Es capaz de hacer trazados brillantes, pero sus caídas de ritmo en la secuencia denuncian a un aprendiz de director que funciona bien si el guión y el actor le dan el trabajo hecho, pero que baja su rendimiento en caso contrario.

Jackie Brown

Dirección y guión (novela Rum Punch, de Elmore Leonard): Quentin Tarantino. Fotografía: G. Navarro. EE UU, 1997. Intérpretes: Pam Grier, Samuel L. Jackson, Bridget Fonda, Michael Keaton, Robert de Niro. Madrid: cines Odeón Plaza Aluche, Madrid, Fuencarral, Lido, Ciudad Lineal, Liceo, Palacio de la Prensa, Velázquez, Victoria, Novedades, Florida, Excelsior, Conde Dugue, UGC Cine Cité y (en V. 0. S.) Real Cinema e Ideal.

En Jackie Brown no pasa esto. Cuatro años de concienzuda preparación (indicio seguro de inseguridad) han dado fruto y Tarantino pone por primera vez en sintonía escritura e imagen con un inteligente trabajo de puesta en escena que funde a ambas. Paradójicamente, el fallo más grueso procede de lo que se supone es su fuerte, el guión, tan prolijo que es fácil, mientras se ve, peinarle minutos y más minutos innecesarios. Pero si le falta a Jackie Brown concisión, derrocha en cambio astucia para dar forma a tiempos, espacios y personajes, que están muy bien elaborados y abren cauce a un relato recio, en las antípodas del blandorro y turbio cine que Tarantino puso de moda en los mercados de sangre humana a que ahora da la espalda en busca de mercados de ideas, seguramente menos rentables.

Sagacidad

El transcurso apacible de la película permite que, cuando la acción necesita crisparse o acelerarse, lo haga con rectitud digna de un thriller clásico. Podrían traerse aquí a colación muchos pequeños detalles (suelen ser los más reveladores) que ponen de manifiesto la sagacidad con que Tarantino organiza la pantalla. Pero bastan dos escenas donde su gran trazo sirve en bandeja al espectador la, percepción de la condición adulta de esta excelente película negra, irónica y compleja, admirablemente interpretada y llena de zonas subterráneas que de pronto afloran e invaden la pantalla sin ensuciarla.Una de esas dos escenas-clave es la larga conversación inicial entre Bridget Fonda, Samuel Jackson y Robert de Niro, que bordan sus personajes a cuerpo limpio, sin que la cámara enfatice en falso (que es el engaño habitual en el cine predigerido ahora en boga epidémica) sus gestos para que nos los traguemos sin saber que nos tragamos un sapo. La otra escena es el conjunto de pequeñas secuencias donde ocurre el cambio de bolsas de dinero en una tienda de ropas, que es la encrucijada argumental que desencadena el desenlace de la película.

Tarantino conjuga en ambas, con desenvoltura de virtuoso, saltos de espacios y de tiempos que abren al espectador rendijas de acceso al fondo del embrollo. En la primera, fija con exactitud geométrica el lugar del espectador, su punto de vista. Y del cotejo y la superposición de ambas se deduce que las enlaza un cálculo muy preciso y que son un modelo de aplicación al cine de ahora de reglas y estilos elaboradas por el cine europeo de los años cincuenta y sesenta que (a través de Woody Allen, Francis Coppola y Martin Scorsese, entre otros) hoy son parte del equipaje natural del cine estadounidense evolucionado. Tarantino deja que otros se coman la basura que él abandonó en las cunetas de Hollywood y rompe con las caducas inercias del cine al que dio alas, mientras mantiene intacto lo esencial de la riqueza de las tradiciones del thriller no simplificado y no encanallado, como el que vimos en L. A Confidential hace unos meses y ahora en esta Jackie Brown, llena de altibajos de los que sólo se recuerdan (buen síntoma) las zonas de altura.

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