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El turbulento "disco blanco" de The Beatles celebra su 30º aniversario

Sale al mercado una reedición facsimilar en compacto

Diego A. Manrique

Hace 30 años, los Beatles pasmaron al mundo musical al publicar un doble elepé -el único precedente era Blonde on blonde, de Bob Dylan- envuelto en una carpeta blanca concebida por el artista Richard Hamilton. Un trabajo turbulento que apenas disimulaba las tensiones que finalmente acabarían con el grupo y que en España fue conocido como el álbum blanco o el disco blanco. Para conmemorar el aniversario, EMI publica una edición en compacto que parece una versión miniaturizada del doble disco original; sólo se han prensado 500.000 ejemplares, de los que 10.000 se ponen a la venta en nuestro país.

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La reedición del doble blanco de los Beatles -que prescinde del estuche de plástico rígido- ha vuelto a despertar un coro de protestas entre el núcleo duro de fanáticos del grupo. Se quejan de la insaciable codicia de los propietarios de las grabaciones (los tres supervivientes más Yoko Ono), que mantienen los discos antiguos en la gama alta de precios; tampoco se esfuerzan en mejorar las ediciones digitales mediante una remasterización del sonido o el añadido de temas que se grabaron en la misma época, como se ha hecho recientemente con discos clásicos de The Byrds, The Monkees, Santana o Deep Purple. Resulta escasa compensación el que se haya recuperado la etiqueta de la manzana -fue el primer disco grande lanzado en su sello, Apple Records- o que se reproduzcan por separado las fotos de los cuatro y el cartel plegable con letras e instantáneas (censurado inicialmente en España, al mostrar a Paul McCartney en la bañera y a John Lennon púdicamente desnudo sobre una cama). A pesar de que llegó al número uno en todo el mundo a finales de 1968 o principios de 1969, The Beatles fue y sigue siendo un disco controvertido. Grabado entre el 30 de mayo y el 17 de octubre de 1968, su elaboración estuvo marcada por los conflictos personales: Ringo Starr se hartó y estuvo ausente un par de semanas; George Harrison también se tomó unas vacaciones imprevistas, coincidiendo con que Lennon empezó a masticar la idea de abandonar el cuarteto. No hubo posibilidad de determinar colectivamente la orientación y la mayoría de las canciones -compuestas principalmente durante su estancia en la India- fueron resueltas por cada autor, con escaso feedback de los demás; tampoco se privaron de llamar a mercenarios o amigos -Eric Clapton toca en While my guitar gently weeps, de Harrison- para resolver las sesiones.

Privados de la dirección de su carrera al morir unos meses antes su representante, Brian Epstein, el grupo inició experimentos entre idealistas y crematísticos -dependientes todos de la empresa Apple Corporation Limited- que terminarían por erosionar seriamente sus finanzas. Mientras Lennon hablaba de poner en práctica "un comunismo occidental", McCartney se entrevistaba con altos cargos de la J. Walter Thompson con vistas a montar una campaña de publicidad para el disco doble, algo insólito para aquellos tiempos y que no llegó a realizarse. En el estudio, el productor George Martin no fue atendido en su propuesta de reducir el envenenado proyecto a un disco sencillo (sólo se eliminaron dos de los 32 temas registrados). Martin se esforzó finalmente en ordenar hábilmente las 30 canciones a lo largo de las cuatro caras para disimular la heterogeneidad y la escasa consistencia del material.

A la larga, la postura de Martin ha ganado adeptos. En las últimas semanas, Internet y muchas revistas musicales acogen listados de fans y especialistas que reducen a poco más de 12 canciones su disco blanco ideal. Generalmente, se eliminan muchos de los livianos caprichos de Paul, que cantaba a su perra Martha en el mismo disco que John evocaba a su madre muerta (Julia), mientras que disminuye el entusiasmo por el collage lennoniano de Revolution 9; hay muchas dudas respecto a la aproximación al rock duro, algunos de cuyos ejemplos son rechazados por connotaciones negativas adquiridas a posteriori. Prácticamente, sólo hay coincidencia en la ocurrencia de pasar de la portada abigarrada de Sgt. Pepper"s a una funda de blanco purísimo -algo grisáceo en la actual reedición- que diseñó Richard Hamilton, quien sugirió además numerar cada disco con la idea de venderlo como un producto de pop art en una tirada necesariamente no limitada. Una idea minimalista que llegó tras desecharse el concepto primigenio, que consistía en bautizarlo como Casa de muñecas y poner en la portada uno de esos juguetes, algo muy propio de la mentalidad de la psicodelia británica, y se les adelantó el grupo Family.

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