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Toda Iberoamérica en 500 fotografías

La exposición "Laberinto de miradas" del Museo Marítimo de Barcelona documenta la múltiple realidad del continente

Ovidio Mencia, preso de 34 años en Paraguay, se cosió los labios y los párpados en protesta para pedir agilidad en su proceso legal ante los oídos sordos del funcionario de turno. No es el único en su país que realiza acciones de este tipo: los chóferes de autobús y los médicos despedidos se crucifican, mientras los jubilados que reclaman más pensión no dudan en coger el martillo y clavarse clavos en los pies en una mezcla de acción violenta cargada de fe religiosa. El fotógrafo Jorge Sáenz ha documentado con su cámara estas sorprendentes formas de protestar. Su serie Bizarra protesta forma parte de la exposición Laberinto de Miradas, una muestra colectiva de 76 fotógrafos que abordan la diversidad de realidades iberoamericanas y la dimensión global de la fotografía documental en Iberoamérica hoy. Después de recorrer 29 ciudades y ser vista por más de 500.000 personas (más de 180.000 en Chile, durante el Forum de las Culturas), llega al Museo Marítimo de Barcelona donde acaba su periplo de tres años.

El drama de la inmigración, los conflictos medioambientales, las condiciones de vida en barrios pobres aparecen en las más de 500 fotografías seleccionadas por el comisario Claudi Carreras tras revisar otros tantos trabajos de casi todos los países de Latinoamérica. "Hemos querido mezclar dos modelos de fotografías: el más documental y directo y el más metafórico y artístico", asegura Carreras, que además de profesor universitario es también fotógrafo.

Desde los 30 retratos de Cia de Foto de los okupas de un edificio de Sao Paulo, a tamaño natural, que reciben al visitante "de casi todos los países de iberoamérica, por lo que nos parecía una buena imagen de la diversidad del continente"; hasta los magníficos primeros planos de los 24 guerreros ancianos de Patricio Croooker, de los últimos supervivientes de la guerra del Chaco que enfrentó a Bolivia y Paraguay en los años 30 del siglo XX; todas las fotografías están protagonizadas por personas. Algunas sorprenden tras contemplarlas por primera vez. Ananké Asseff, que trabaja cómo las imágenes reflejan la paranoia, presenta a individuos apacibles de clase media, tranquilos y serenos, pero sobrecoge verlos con el dedo del gatillo de un revolver, por lo que la tranquilidad puede romperse en un instante. Fosas excavadas con cadáveres de la guerra civil española que se recuperaron por media España son el objeto de Clemente Bernad (golpea ver que una de las manos conserva el anillo de casado en una de las falanges); niñas gitanas convertidas en princesas de cuento rosa el día de su boda, de Vicente Paredes; la violencia contenida en las imágenes de caza mayor de Ricardo Cases; historias anónimas de inmigración y soledad de Consuelo Bautista; niñas ricas encerradas en sus cárceles domiciliarias, que más que ternura inspiran miedo al que las contempla, de Rachelle Mozman. Así hasta cerca de ochenta propuestas fotográficas que merecen un paseo detenido. La exposición, organizada por Casa América Catalunya, montada en toda la sala Marqués de Comillas, ayuda a realizar la con toda la calma que necesita.

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