Un juego
Un espectáculo ágil, velocísimo; teatro menor si nos atenemos al rigor literario del arte dramático, pero buen teatro encuadrado en las formas de que procede su inspiración: crónica intrascendente y divertida, apunte irónico -ironía nunca demasiado dura- de costumbres; transformismo, cabaré o café teatro; ingenio de diálogo -deslenguado- y de situaciones.Dos actores interpretan una multitud de personajes con una variedad de relaciones hombre-mujer a lo largo del tiempo de la generación surgida a la vida en la posguerra. Canciones y apuntes de vestuario que sitúan las épocas, alusiones a personajes y costumbres, a represiones y a pequeñas rupturas de esas represiones. Una cierta amargura, un cierto desencanto; un escepticismo acerca de la pareja o del amor. Pero el autor no intenta profundizar en todo ello no quiere pasar de la caricatura amable. Califica la obra de «espectáculo»: no pasa de esa espectacularidad, pero conseguida no a base de medios materiales -el decorado y el atrezzo son simples-, sino por el diálogo, la interpretación, la sugerencia.
Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, espectáculo escrito por A dolfo
Marsillach. Intérpretes: Concha Velasco, José Sacristán y el pianista-actor José Manuel Yanes.Escenografía y vestuario de Montse A menós y de Isidre Prunes. Dirección de Adolfo Marsillach. Estreno: teatro de la Comedia, 23-1-1981.
Reposa sobre dos actores de primer orden. Asombra, en primer lugar, la capacidad de Concha Velasco y José Sacristán para decir a toda velocidad un texto de forma que sea perfectamente inteligible y sin perder ninguno de sus efectos; el triple fondo con el que asumen, por una parte, los personajes básicos; por otra, los remedados por esos personajes, y, finalmente, como este género menor lo requiere, su condición de actores en un escenario. Y la facilidad con que asumen las situaciones musicales.
De Concha Velasco se sabía que tenía estas facultades, pero es una sorpresa ver y escuchar a José Sacristán metido en flamenco y en cuplé, bien entonado y bien afinado, sin que la caricatura le haga perder la musicalidad. El trabajo de Marsillach como director está patente en la interpretación de estos actores -excelentes por sí mismos- y en la movilidad de todo el espectáculo, que él mismo ha escrito.
La primera parte del espectáculo es la de mayor brillantez. En la segunda, ya las sorpresas han dejado de serlo y no se espera más de este juego -porque se trata de un juego-, ni por parte de los actores ni por la del autor-director. El estreno se hizo con una mayoría de público de taquilla (se había suprimido el corte, las invitaciones tradicionales de que se llenan los estrenos), y este público cortó la representación varias veces, sobre todo en la primera parte, para premiar actuación y situaciones.
Es un espectáculo inventado para el gran público, que se contiene continuamente en cuanto pudiera perderlo; considerado en esa medida, es un gran éxito que va a estar mucho tiempo en cartel.