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Vicente Rojo reflexiona sobre el peligro y la atracción a través de sus 'volcanes construidos'

La sede del Instituto Cervantes acoge hasta febrero 66 obras del artista mexicano

Juan Rulfo, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Sergio Pitol, Enrique Vila Matas y Valerio Adami son algunos de los admiradores reconocidos de la obra del artista Vicente Rojo (Barcelona, 1932) que se expone a partir de mañana en la sede del Instituto Cervantes en Alcalá de Henares. Bajo el título "Volcanes construidos", la muestra, que antes recaló en Viena, recoge un total de 66 pinturas, grabados y esculturas que estarán a disposición del público madrileño hasta el 18 de febrero de 2007. Luego viajarán a Toulouse, Roma, Nápoles, Estocolmo y Pekín.

Rojo ha realizado toda su vida artística en México, donde se exilió en 1949. Los grandes hallazgos plásticos del escultor y pintor, uno de los más importantes artistas mexicanos vivos, se asientan en un descubrimiento único: el conocimiento del mundo, las leyes que lo rigen, la sensibilidad con el exterior y la geometría como realidad pura.

En 'Volcanes construidos', el artista plasma la idea "contradictoria" de los volcanes "construidos por mis propias manos", como figura geométrica, bien con forma de triángulo en las pinturas, bien cónicas en las esculturas. "Los volcanes tienen una imagen atractiva y contradictoria, porque puede ser muy bella, pero también puede causar mucho dolor", ha explicado Rojo durante la presentación de la muestra.

Rojo, más conocido en España por ser el diseñador de la primera portada de "Cien años de soledad", la obra cumbre de García Márquez, ha explicado que la primera vez que pensó en esta temática fue en la década de los 80, en concreto en 1987 y 1988 cuando trabajaba en la reproducción de las pirámides mexicanas, "que tienen mucho que ver con los volcanes, ya que comparten la misma base geométrica".

"Lo que define esta exposición son mis intenciones, no los resultados que los decide el posible espectador", ha advertido Vicente Rojo, antes de matizar que él no reproduce volcanes, sino que los construye "con la ilusión de que se parezcan a los demás, pero sin representarlos". Maderas, cuerdas, cartón o pequeñas esferas, "elementos con los que los niños arman sus trabajos en la escuela", son el material del que se sirve "para lograr una cierta emoción", y este aspecto formal está en la base, en la estructura de la obra que expone.

El comisario de la muestra, José Miguel Ullán, ha explicado que el volcán aquí es el motivo aunador de la muestra, pero no a la manera del paisaje romántico ni costumbrista", sino expresando "rigor, geometría y emoción". "Rojo se asoma a un tema muy definido, de ida y vuelta, en el que plasma sus obsesiones: peligro y atracción, interior y exterior, cautela y efusión, variedad de estados", explica Ullán. Cráteres, volcanes nocturnos, coloridos, apagados, primitivos, despiertos con el protagonismo puesto en el Popocatépetl o el Zacatecas, son algunos de los temas recurrentes de la obra de Rojo.

Vicente Rojo, en  una foto de archivo.
Vicente Rojo, en una foto de archivo.Marcel.lí Sàenz
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