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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tensión entre Wenders y Coppola

En 1975, Francis Ford Coppola compra los derechos de la novela de Joe Gores Hammett y la ofrece, como punto de partida de un filme, a Nicholas Roeg, que desiste del intento. François Truffaut entra entonces en escena, pero el cineasta francés no se siente cómodo con la historia y declina la oferta. El siguiente en probar suerte es Wim Wenders. Hasta dos años más tarde: no empieza el rodaje. Nueve semanas después, con el 90% del guión rodado, la filmación se detiene para no reemprender'se hasta el 23 de noviembre de 1981, cuando, en un plazo de tres semanas, hay que repetir un 80% de lo que ya estaba hecho. ¿Por qué?El misterioso Hammett es igualmente intenso en la ficción que en la realidad. Así como entre Wenders y Coppola hay una relación de amistad, utilización y competencia, también la hay entre Frederic Forrest (Dash) y su colega Peter Beyle (Ryan). Ambos trabajan en la misma ficción, pero con punIos, de vista diversos, con intereses distintos; uno, sólo preocupado por la verdad y su conversión en ficción; el otro, por asegurarse que el pase de la novela al filme no suponga la ruina económica.

El hombre de Chinatown (Hammet)

Director Wim Wenders Intérpretes: Frederic Forrest, Peter Boyle, Marilu Honner, Roy Kinnear, Elisha Cook, Lydia Lei Fotografia: Joseph Birec y Philipp Lathrop. Decorados: Dean Tavoularis. Música: John Barry. Guión: Ross Thomas y Dennis O'Flaherty, basándose en la novela de Joe Gores. Producción: Fred Ross y Francis Ford Coppola.Estreno en cines Roxy A y Windsor B.

Cuando Wenders terminó la primera fase del rodaje, Coppola estaba muy descontento de los cambios que el alemán había ido introduciendo en el guión. Wenders defendía a los personajes, creía que la historia se desarrollaba a partir de ellos, mientras que Coppola prefería que la historia fuese lo que dominara. Para imponer su criterio exigió que la segunda versión del filme prescindiera de éxteriores, se rodara a gran velocidad y, por consiguiente, se respetara estrictamente el guión, más próximo al thriller clásico.

El hombre de Chinatown o Hammett no es un mal filme; tampoco es una buena película, porque entre productor y director no hay acuerdo, porque Wenders no va sobrado de sentido del humor y Coppola no participa de la idea del alemán de que, cuando se rueda un thriller, hay que partir de imágenes ya existentes, de un juego sutil con el efecto de déja vu. No sé si era mejor la idea de Wenders o habría funcionado el planteamiento de Coppola de haberse desarrollado a fondo.

En realidad la mejor crítica de El hombre de Chinatown la ha escrito el propio Wenders con El estado de las cosas, donde explica y comenta sus dificultades en Hammett, planteando por qué resulta tan difícil fusionar en un producto las tradiciones culturales europea y americana.

Y si en El estado de las cosas el cineasta alemán y el productor americano mueren asesinados por una mafia que odia el cine en blanco y negro, en Hammett Wenders ha sido derrotado por la exigencia americana de narratividad a toda costa, al tiempo que Coppola lo era por el estupor admirativo con que el europeo mira a sus personajes.

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