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Reportaje:

Woody Allen deja su butaca vacía

El cineasta debuta en Los Ángeles como director de ópera, pero no asiste al estreno

El cine invadió la Ópera de Los Ángeles con el debut, la noche del sábado, de Il Trittico, obra de Giacomo Puccini montada en conmemoración del 150º aniversario del maestro italiano de la mano de dos directores: William Friedkin y Woody Allen, quien no asistió al estreno de su primera ópera. El terreno era familiar para el autor de El exorcista y French connection, que ha dirigido entre otras óperas Wozzeck o Duke bluebeard's castle. Pero para el director y guionista de Annie Hall o Vicky Cristina Barcelona, más que un debut fue una completa locura. "No puedo pensar en algo más ilógico o alguien más inepto para el trabajo", aseguró días antes del estreno de Gianni Schicchi, el tercer fragmento de la ópera de Puccini, del que se hizo cargo, una obra que como bromeó "no es Aida" y que comparada con Tosca tiene su humor "aunque no es Sopa de ganso". La locura fue fruto de la mente de Plácido Domingo, que al frente de la Ópera de Los Ángeles llevaba varios años persiguiendo al realizador neoyorquino para formar parte de una temporada "llena de aventura" como la que ha planteado en su programación para el 2008-2009. "Hablamos hace 15 años con el deseo de que dirigiera La Bohème pero no pudo ser", confirmó Domingo satisfecho con la gala de estreno. "Por eso hace tres años volví a la carga y hablamos de montar El amor de las tres naranjas o Cosi fan tutti, una pieza corta como él quería. Y aquí estamos", concluyó el artista español.

No es extraño que la Ópera de Los Ángeles colabore con realizadores de cine. Herb Ross, Bruce Beresford, John Schlesinger, Maximilian Schell, Gary Marshall o Julie Taymor son algunos de los que ya han pasado por el Dorothy Chandler Pavillion. Ahora Domingo intenta convencer a Tim Robbins y John Malkovich. Lo inusual es que en un mismo fin de semana junto a Allen y Friedkin también debutó en Los Ángeles David Cronenberg, en su caso con el estreno de La mosca, filme convertido en ópera con la música de Howard Shore. Según el tenor español, los realizadores de cine son perfectos para la ópera por su facilidad a la hora de contar historias. De nuevo Allen le llevó la contraria cuando dijo con humor que "Puccini se debe de estar revolviendo en su tumba" tras su versión de Gianni Schicchi. Ayudado por los diseños de Santo Loquasto, habitual colaborador de Allen en sus películas, la acción de Gianni Schicchi transcurre en un patio de vecinos italiano con un cierto aire felliniano donde la familia de un finado no duda en cambiar su testamento con la ayuda del aprovechado de Schicchi y mientras los espaguetis vuelan por los aires. Una pieza donde gracias a Allen uno se siente como en el cine.

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