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El amante del piano

Carles Santos recorre La Rambla de Barcelona tocando el piano mientras una pareja ilustra su amor por la música

"¿Van a hacer un concierto?" "¿Quién es este señor?" "¿Qué pasa aquí?". Faltaban 15 minutos para las siete de la tarde del 1 de abril de 2009 y un enjambre de curiosos se arremolinaba en La Rambla de Barcelona, a la altura de Canaletas, en torno a un hombre sentado ante un acharolado piano de cola y una joven pareja encaramada a la tapa del instrumento. No era un concierto, pero el señor frente al piano sí es un concertista y también compositor: Carles Santos (Vinaròs, Castellón, 1940), quien apenas un par de minutos antes de la siete dio la orden de empezar. Y lo que empezó fue un paseo; el paseo de Carles Santos por La Rambla con su amante, el piano, para festejar con una acción de calle bautizada con el título, Pecatamonicatismarmolla Tua Tua, la inauguración de la nueva etapa del Centro de Arte Santa Monica que abre sus puertas el 3 de abril con una exposición de la cineasta Isabel Coixet en homenaje al crítico de arte pintor y escritor John Berger.

Carles Santos y su amante recorrieron, a lomos de una plataforma con ruedas, la popular avenida barcelonesa mostrando impúdicamente su mutuo amor. Amor por el piano, amor por la música, su propia música, que Santos fue extrayendo de las teclas blancas y negras desde Canaletas a Santa Monica. Un amor ilustrado por una joven pareja de actores -Gádor Martín y Yamam Serrano- sobre el piano y al ritmo de la música, que pasó del lento, en Canaletas, al andante, a la altura del Teatro Poliorama, para trasformarse, en un progresivo crescenco, en un allegro, al llegar del Liceo, y finalizar en un veloce, que se quedó, horario infantil obliga, advirtió el compositor, a las puertas... del centro de arte.

Y en el trayecto, La Rambla se convirtió en una gran sonrisa durante los 45 minutos que duró la acción Pecatamonicatismarmolla Tua Tua. Una sonrisa tan grande como el neón luminoso de Albert Viaplana que pende de la fachada del Centro de Arte Santa Mónica desde 1989, apagado desde hace años y que su nuevo director, Vicens Altaió, quiere que recobre la luminosidad.

Sonrisa de complicidad, sonrisa de sorpresa, sonrisa de regocijo la que exhibieron los transeúntes, que, como los ratones de Hammelin, algunos de ellos jaleando a la joven pareja de amantes musicales, siguieron a Carles Santos al son de sus notas por La Rambla, olvidando, por unos minutos, las preocupaciones del día.

Fue, dijo el pianista y compositor al concluir, "un acto de amistad". Un acto que rememoraba, entonces, en 1982, acción conceptual se la llamó, un recorrido semejante protagonizado por Carles Santos, que con el título Anem, anem, anem a volar (Vamos, vamos, vamos a volar) recorrió La Rambla desde Colón hasta la Diagonal, con las respetuosas paradas en los semáforos en rojo, arrastrando él mismo el piano de cola.

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