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Reportaje:

La bruja de los vientos exóticos

El incendio del 'Cutty Sark' pone colofón a la extraordinaria historia de uno de los más legendarios veleros del mundo

Jacinto Antón

"Nunca navegué en mejor barco", dijo de él su primer capitán, George Moodie, un magnífico marino y hombre de carácter. "Fue el barco más rápido de su época, un gran barco, y un barco que perdurará para siempre". Ese barco era el Cutty Sark y con su historia se relacionan Conrad, una bruja y un capitán que se arrojó por su borda a los tiburones.

Cutty Sark: el solo nombre conjura la gran aventura marina, el estruendo de la espuma, los latigazos de las velas, el silbido de los cabos tensos pulsados por el viento. Altivo y hermoso velero, veloz príncipe entre sus pares -los grandes clippers, purasangres del océano, los Sir Lancelot, Taeping, Black Prince, Windhover o Ariel-, el Cutty Sark, el único que se convirtió en etiqueta de whisky, surca las aguas del imaginario colectivo al frente de los grandes veleros históricos, la primera división del mar. El Cutty Sark ha vuelto a ser noticia desde su retiro en Greenwich donde como un anciano en la mecedora del asilo acunaba sus ensimismados recuerdos de tifones, fieras carreras, té y piratas (por no hablar del Fondeadero de las Pagodas en Fuchou).

El capitán Wallace se suicidó arrojándose a los tiburones cerca de la isla de Krakatoa

Su incendio el pasado 21 de mayo es el ardiente colofón de la historia de uno de los más legendarios veleros que jamás surcaron los océanos. Se sospecha que el fuego que devastó al Cutty Sark fue intencionado. Sea como fuere ese ígneo destino ha hermanado al clipper con aquellos drakkars esfumados en las ordalías funerarias de los guerreros escandinavos que alimentaron tantos sueños heroicos.

El Cutty Sark fue construido en 1869 para ser destinado al transporte del té pero sobre todo con la finalidad de desbancar a un rey: el maravilloso Thermopylae (1868), el clipper que dominaba la espectacular competición comercial por llevar más rápido el preciado té desde los puertos chinos hasta Inglaterra. Todos los armadores anhelaban ganar esa carrera anual por llegar antes con los primeros tés de la temporada, La Gran Carrera del Té de China o The Great Ship Race.

El Cutty Sark fue diseñado primorosamente en Dumbarton (Escocia) para uno de esos armadores, el capitán John Willis -conocido como Willis el del Sombrero Blanco- por Hercules Linton, que esencializó y depuró los rasgos de los clippers (de clip, veloz), esos rapidísimos y esbeltos veleros, seguramente los barcos más bellos jamás construidos, llevándolos a algo cercano a la total perfección.

El curioso nombre del velero procede de un poema de Robert Burns en el que un granjero, Tam O'Shanter espía a un grupo de brujas danzando semidesnudas. Una de ellas, Nannie, luce un erótico camisón apretado -cutty sark, en dialecto escocés-, y Tam no puede dejar de exclamar (también en escocés) al verla bailar, "weel done, cutty sark!" -o sea "¡bravo, camisita!"-, con lo que las brujas lo descubren y persiguen mientras huye a caballo. No está claro que fue lo que impulsó al propietario del Cutty Sark a bautizarlo con ese nombre tan raro. Le gustaría el poema. El mascarón de proa, realizado por uno de los grandes artesanos del género, F. Hellyer de Blackwall, representaba a Nannie, la bella y descocada bruja, con el brazo estirado para agarrar a Tam y el largo pelo negro flotando. En puerto, se le colocaba en la mano una cola de caballo, la que pudo arrancar -en el poema- a la montura del granjero.

El Cutty Sark fue botado a mediodía del lunes 22 de noviembre de 1869, curiosamente el mismo año de la apertura del canal de Suez que significaría el fin de los clippers, pues acortó el viaje para sus competidores, los barcos a vapor. Era un pedazo de barco. Medía 64,62 metros de eslora, 10,70 de manga y 6,40 de puntal; su arqueo neto era de 921 toneladas. El casco, lo mejor, estaba hecho con un sistema mixto: forro de madera y cuadernas de hierro, lo que proporcionaba al barco una excepcional solidez. La quilla era de olmo y el forro de teca. ¡Ah, el Cutty Sark! La línea estilizada del casco, en negro y cobre, los dorados arabescos, el mascarón propulsándose bajo el bauprés, la rueda del timón en el extremo de la popa, las grandes velas crucificadas henchidas de vientos exóticos, de aventura y de los más hermosos sueños. Con las bodegas a tope (medio millón de toneladas de té), era capaz de navegar a 17,5 nudos. Iba de Shanghai al Estrecho de la Sonda, por ejemplo, en 16 días. Su récord: 360 millas náuticas (666 kilómetros) en 24 horas, a 15 nudos, unos 28 kilómetros por hora. Logró ir de Australia a Inglaterra, que ya es navegar, en 67 días.

Se midió varias veces con el Thermopylae en la Ruta del Té, pero la esperada gran carrera -en igualdad de condiciones climatológicas y horarias- tuvo lugar en el tercer viaje del Cutty Sark en 1872. Ambos clippers zarparon el 18 de junio de Shanghai y se fueron adelantando por el Mar de China durante las semanas siguientes, navegando a todo trapo, grandes y majestuosos. En agosto, el Cutty Sark, 400 millas por delante, se encontró un temporal en el Índico y rompió el timón. El Thermopylae llegó a Londres una semana antes, pero nuestro barco lo hizo en 122 días ¡tras recorrer 8.000 millas en sólo 60 días con un timón improvisado! Esa hazaña marinera digna de Patrick O'Brian catapultó la fama del Cutty Sark. Su armador regaló al velero una veleta en forma de camisón como el de la bruja, al grito, claro, de "well done, Cutty Sark!".

Hubo en su vida de barco otras proezas y también capítulos siniestros: en 1880 un marinero negro fue asesinado a bordo en el curso de una riña; el entonces capitán James Wallace ayudó al culpable a escapar con el concurso de un prao malayo en un episodio tan comentado que Conrad sopesó utilizarlo para uno de sus libros. Enfrentado a la tripulación, Wallace se suicidó lanzándose al mar a la altura de la isla de Krakatoa y dejándose comer por los tiburones -véase el canónico The log of the Cutty Sark, de Basil Lubbock (Brown, Son & Ferguson, 1974)-. El clipper, abismado en la pérdida de su capitán y en el rumor de que estaba embrujado -lo que no es raro, vista la historia de su nombre-, llegó a Singapur en coincidencia con el caso del Jeddah, el célebre barco de peregrinos abandonado por su capitán y sus oficiales que inspiró a Conrad Lord Jim. Fueron los dos grandes temas de conversación en el mundo del mar durante mucho tiempo.

Al dejarse de usar veleros para el comercio del té, el Cutty Sark vivió otros años gloriosos involucrado en el transporte de lana desde Australia. Después, la decadencia. En 1895 fue vendido a los portugueses y rebautizado Ferreira. En 1922 el capitán Wilfred Dowman lo compró y le devolvió su apariencia y nacionalidad originales. En 1938 navegó en mar abierto por última vez y en 1954 fue llevado al dique seco de Greenwich donde se exhibía como barco-museo -lo han visitado más de 15 millones de personas- hasta su apoteosis de fuego.

El <i>Cutty Sark</i> navegando a toda vela en sus tiempos de esplendor, en una acuarela del museo marítimo de Greenwich.
El Cutty Sark navegando a toda vela en sus tiempos de esplendor, en una acuarela del museo marítimo de Greenwich.
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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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