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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una de buenos sentimientos

Bessie ha optado: renunció al amor y se quedó a cuidar durante 20 años a una tía anciana cuyo único pasatiempo parece ser ver día tras día el mismo culebrón televisivo, amén de perder inexorablemente la memoria, y a su padre, no menos anciano y a quien un derrame cerebral ha dejado literalmente en la inopia. Su hermana Lee también lo ha hecho: ha querido permanecer lo más lejos posible de un ambiente familiar tan estimulante como el antes descrito; sólo una cosa la hará volver: la desgracia de Bessie, quien, par a no ser menos que los ilustres ancianos a quienes cuida, sufrirá ella misma una enfermedad incurable.Parece tener una excusa quien perpetró tamaño dramón, el dramaturgo Scott McPherson, muerto prematuramente de sida a los 33 años: su propia enfermedad. Lo confesó en algunas declaraciones que mencionan los papeles: "A veces, un destino increíblemente cruel puede ser trascendido por un sencillo acto de amor", dijo; y recordó que él mismo, cuando niño, vivió la agonía de su abuela, muerta de cáncer junto a un televisor, sin el menor morbo. Humanamente, puede ser una excusa; pero, desgraciadamente, en imágenes es sólo una llamada a la compasión lacrimógena, con momentos de impudicia casi obscena -¡esa secuencia en la que Bessie se saca la peluca y muestra los pocos cabellos que le quedan!-

La habitación de Marvin

Marvin's room. Dirección: Jerry Zaks. Guión: Scott McPherson, según su obra teatral. Fotografia: Piotr Sobocinski. Música: Rachel Portman. Producción: Scot Rudin, Robert de Niro y Jane Rosenthal. EE UU, 1996.Intérpretes: Meryl Streep, Leonardo di Caprio, Diane Keaton, Robert de Niro, Hume Cronyn, Gwen Verdon. Estreno en Madrid: cines Plaza Aluche, Multicines Picasso, Madrid, Conde Duque (Santa Engracia), Palacio de la Prensa y Real Cinema (V. 0. subtitulada).

Vuelta al redil

Nada falta en el filme: peripecias "que nos pueden pasar a todos", el inexorable peso del destino, las mieles de un reencuentro difícil que sé vuelve entrañable. por obra y gracia de los lazos familiares y los "pequeños detalles" de la convivencia; la (las) enfermedad (es), la adversidad, una llamada a la comprensión de los otros, aunque se haga a gritos. Todo esto servido mediante el viejo recurso de la dialéctica buena / mala, con mala que, como las buenas ovejas, se redime volviendo al redil. Y por encima de todo, la entronización de la familia, la fuerza incontenible de los lazos de siempre... aunque luego la ficción no resista el menor contraste con algunas preguntas: ¿ese adolescente pirómano se cura así, sin más, de todos sus profundos desequilibrios psíquicos? ¿De verdad la opción de Bessie es sólo obra de su buen corazón?Pensada para elevar considerablemente la venta de pañuelos de papel, inexorablemente condenada a ser asumida como "un trozo de vida" por públicos incautos o, lo que es más disculpable, necesitados de buenas obras, el filme sólo sirve para que Diane Keaton, quien no hace el mejor papel de su vida, ni mucho menos, se marque ración extra de moquilágrimas gracias a su Bessie. Y para que Meryl Streep, una actriz por lo general insoportablemente precisa en sus cometidos, borde un papel a su medida, lo único verdaderamente interesante de un filme cuyo mejor destino es ser olvidado de aquí a pocos días.

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