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Las cenizas de Francisco Umbral reposan ya junto a su hijo 'Pincho'

Cultura y política dan su último adiós al maestro de columnistas en el cementerio de La Almudena

Pincho y Paco se han reencontrado hoy. Los restos del escritor Francisco Umbral, que falleciera ayer a los 72 años de un fallo cardiorrespiratorio, reposan junto a los de su único hijo en el nicho familiar del cementerio civil de La Almudena.

Francisco Umbral fue incinerado a las 10.30 de la mañana. Una hora antes, la comitiva fúnebre salía de la capilla ardiente del "poeta de la prosa", instalada en el Hospital Montepríncipe de Boadilla del Monte, limítrofe con Majadahonda donde residía el escritor junto a su mujer María España Suárez.

Representates del mundo de la cultura y de la política, que Umbral supo auscultar irónicamente en sus columnas de opinión, han acompañado al féretro para dar su último adiós al escritor y periodista. En el sepelio, han estado presentes el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz Gallardón. Hasta La Almudena también se ha acercado, Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, el último periódico en que Umbral publicó sus columnas. Ramírez adelantó ayer que ese espacio será ocupado sucesivamente por cien escritores, sin pretensión de emular al columnista fallecido "porque es imposible", ni hablar sobre él. La última que preparaba Umbral llevaba por título Las uvas doradas y trataba, como la mayoría de sus textos de opinión, de una metáfora para reflejar el esplendor de la juventud, la ilusión, el amor, el sexo..., todos esos temas que eran tan habituales en la temática de Umbral, junto con lo erudito y la pasión por la cultura", reveló el director.

Pasó el tiempo y forzosamente tuvo que ser un episodio mortal el que reencontrara al hombre con el hijo. El escritor le había buscado antes en Mortal y rosa (1975). A su manera, el camino más íntimo para aproximarse a la muerte. El de un escritor: su obra. Quienes le conocieron bien aseguran que éste fue uno de los escasos episodios de su vida en que ese dandy cheli que fue Umbral se mostró abiertamente abatido, incapaz de digerir los días e inhabilitado para sobreponerse.

Pincho, fallecido a los seis años de edad de leucemia, inspiró la que está considerara su mejor libro. "Los ojos de mi hijo", se lee en Mortal y rosa, "sus ojos que ayer eran flores abiertas, capullos de noche, y hoy son rendijas tristes, sesgados por el cansancio y el recelo".

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