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FESTIVAL DE SITGES

Las chicas Tarantino incendian la noche 'Grindhouse'

Zöe Bell y Sydney Tamila Poitier, anfitrionas de lujo en Sitges

Las mujeres de rompe y rasga de Tarantino pisaron en la madrugada de hoy la alfombra rosa de Sitges para ejercer de anfitrionas en el gran evento de culto del festival: la proyección de Grindhouse en su concepción original como programa doble, complementado con falsos trailers. La neozelandesa Zöe Bell, doble de acción revelada como actriz en Death Proof, ha estado presente desde el primer día del certamen, en calidad de miembro de su jurado internacional. Ayer se unió a ella Sydney Tamila Poitier, la Jungle Julia de piernas kilométricas que se sienta como Brigitte Bardot e incita a Stuntman Mike a pisar el acelerador del exceso.

"Es una de las mejores películas jamás hecha sobre el poder de lo femenino", apunta Poitier, "su imagen de la mujer es compleja, cool y poderosa. Es, definitivamente, feminista". Pese a los rumores que apuntaban a una visita del director de Death Proof, las chicas se han quedado solas. Una vértebra magullada durante un temporal en Manila ha dejado al cineasta fuera de juego. Quizá Bell hubiese podido atravesar la misma tempestad sin un rasguño, con la misma alegría con la que cabalga sobre el capó de un Dodge Challenger en la persecución final del filme: "Nunca había practicado la técnica del mástil porque no existía antes de Death Proof. Salió de la cabeza de Tarantino, porque está loco".

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Doble de riesgo de Uma Thurman en el díptico de Kill Bill, Zöe Bell lleva doce años en la profesión de especialista: "La serie Xena: la princesa guerra fue mi universidad, estuve tres años cayéndome de caballos voladores, peleándome, recibiendo golpes e incendiándome".

A partir de ahora, piensa compaginar esa labor con la de actriz. "Disfruto con el riesgo, pero no soy una yonqui de la adrenalina. No me juego la vida cada día. Me gusta mi profesión, pero también me gusta estar viva", subraya. Estar a la sombra de las estrellas nunca ha sido problema: "Uma se llevó la fama en Kill Bill, pero es parte de mi trabajo. Si el público no sabe que existo, significa que lo he hecho bien. En ese rodaje me hice una herida en la muñeca y pasé un año sin poder trabajar. Ser especialista es una manera de burlar al público: les hago creer que una estrella puede hacer algo que no puede hacer en la vida".

Poitier alimenta en Death Proof el recurrente fetiche tarantiniano: "Quentin necesita colocar siempre en sus películas algo que le ponga cachondo. Los nombres de los personajes son, a menudo, los de chicas que ha conocido. No utiliza la palabra fetiche, pero dice que es un gran admirador del pie femenino. En sus castings impone a las actrices la regla de acudir en sandalias, porque quiere ver todos los pies". La actriz, que acudió en su pre-adolescencia a salas grindhouse de la mano de sus padres -los actores Sydney Poitier y Joanna Shimkus- para ver películas blaxploitation, reivindica el poder del género: "Estaban llenas de estereotipos pero daban voz a una comunidad afroamericana que, por aquel entonces, no la tenía".

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