En la ciudad metafísica de Giorgio de Chirico
240 piezas muestran la influencia de la arquitectura en el pintor

Giorgio de Chirico fue un artista curioso. Fue admirado por los surrealistas gracias a sus primeras obras de paisajes oníricos y extraños. Éluard o Picasso celebraron la llegada de sus pinturas metafísicas en el París de principios del siglo XX. Dalí o Magritte se nutrieron de su introspectiva imaginación y de sus soñados espacios urbanos. Pero De Chirico (1888-1978) quería otra cosa. Cambió. Abandonó la senda vanguardista para buscar su camino dentro de un personal clasicismo, abjurando y alejándose de una modernidad para la que, sin embargo, legó para siempre una serie de elementos pictóricos muy identificables: plazas, torres, arcadas, columnas, estatuas, sombras, maniquíes... De Chirico proyectó en el imaginario colectivo su concepto de la ciudad como un estado mental.
La exposición del IVAM es la más extensa dedicada en España al artista
"Urge despojarle del traje de creador conservador", pide el comisario
Esta arquitectura y la pintura delimitan el fértil terreno que explora la exposición El siglo de Giorgio de Chirico. Metafísica y Arquitectura, que se inaugura mañana en el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM). Más de 240 obras componen la muestra más extensa y completa que se ha organizado en España sobre el artista italiano (nacido en la población griega de Bolos), padre de la Escuela Metafísica y del que los historiadores del arte suelen destacar su primera etapa creativa.
El propósito es "redescubrir a Giorgio de Chirico, a casi treinta años de su muerte", explica Vincenzo Trione, el comisario de la muestra que permanecerá abierta hasta el 17 de febrero. "Adentrarse", prosigue, "en los recovecos de sus complejas y a veces herméticas. Despojarle, finalmente, del traje conservador que le ha sido, a menudo, cosido encima. Seguirle en sus atrevidas variaciones estilísticas, en sus audaces acrobacias lingüísticas. Y desvelar la identidad de un artista dotado de una personalidad precaria y huidiza, que sabe entregarse a muchas máscaras".
De Chirico era un "tipo mórbido y quisquilloso", único para pintar imágenes urbanas que hablan de "frustraciones, tensiones y memorias rituales", según dijo el crítico Robert Hughes sobre el artista que firmaba obras con el nombre latino de Pictor Optimus (el mejor pintor).
De Chirico y la arquitectura es el título del primero de los tres bloques en que se divide la exposición del IVAM, concebida como "una especie de novela visual", apostilla el comisario. Agrupa una selección de 60 pinturas, que dan cuenta de dos periodos: La metafísica recoge las primeras y muy apreciadas obras metafísicas realizadas entre 1911 y 1920, ajenas al bullicio maquinista de los futuristas; y La metafísica renovada revisa sus pinturas desde la década de los veinte hasta los setenta, en la que los motivos arquitectónicos tienen un valor central.
Se incluyen también una serie de vídeos documentales en los que el artista habla sobre su trabajo, entre ellos unas conversaciones con los directores de cine Billy Wilder y Orson Welles.
El segundo bloque, La arquitectura y De Chirico, presenta materiales arquitectónicos diversos inspirados en el imaginario de la pintura metafísica del artista. Contiene fotografías, maquetas o bocetos de arquitectos como Paolo Portoghesi o Aldo Rossi o un cuadro inédito del arquitecto Massimiliano Fuksas.
El fotógrafo especializado en arquitectura Gabriele Basilico protagoniza el tercer bloque de la exposición con 16 imágenes dedicadas a espacios y edificios relacionados con la vida y obra de De Chirico, tales como el Palazzo de la Civiltà Italiana de Roma o el cementerio de Módena.
Las obras de la exposición, patrocinada por Bancaja, proceden de las fundaciones de Giorgio e Isa de Chirico y de Aldo Rossi y otras entidades.

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